Estamos en vísperas de navidad y llevo varios años compartiendo con mujeres maravillosas el día del espíritu de la navidad; confieso que era ignorante total del tema pero he aprendido finalmente como es la magia de esa dulce espera y me encanta, de hecho la comparto con flamantísimo y mis hijos en casa.
Me parece fabuloso y apropiado compartir con ustedes, justo ahora, el poder de pedir las cosas que se desean; he sido protagonista del poder de la fe y la esperanza y de que cuando se pide al cosmos, universo, en mi caso a Dios, todo se va acomodando y las cosas llegan.
Hace casi 17 años, flamantísimo y yo teníamos unos pocos años de casados, vivíamos en nuestro primer nido de amor, un apartamento de 100 metros, muy bien repartido; allí nació nuestro primer hijo y pronto nos dimos cuenta que el espacio se nos hacía pequeño, y más si teníamos pretenciones de tener más familia, pero era solo un pensamiento fugaz, nuestros salarios no eran nada “ejecutivos” jeje, y francamente no nos pusimos a buscar casa ni nada de eso, solo fluímos y la vida seguía.
Un buen día uno de mis mejores amigos, que trabajaba en un sitio en donde vendían casas, me llama y me dice que le han facilitado las llaves de unas casas y que si nosotros deseabamos ir a verlas sin ningún compromiso; yo llamé a flamantisimo y al salir del trabajo nos fuimos a ver las casas. Tengo que confesarles que iba sin ninguna expectativa de nada, pero al entrar a la primera casa fue como una epifanía; de verdad no sabía cuánto deseaba mudarme del apartamento hasta que se abrió esa puerta y me permití soñar un poco.
Cuando nos retiramos del área, de repente en el carro me entró una terrible angustia y empecé a llorar como una descosida, no podía parar de llorar, él se preocupa, me pregunta que me pasa y yo le contesto: “tu sabes que nosotros jamás vamos a poder comprar una de esas casas, nuestros salarios no dan para tanto”; mi esposo en su infinita sabiduría con la base de espiritualidad sembrada por su madre me contesta: “mujer de poca fe, jo! Ya te estas cerrando la puerta con eso que dices; más bien por qué no dejas de llorar y buscamos la manera de vender el apartamento a ver como podemos aplicar sin deuda en el banco?”, yo juiciosa escuche su consejo y dije que buscaría la manera.
Como comprenderán en aquella época no existía tecnología alguna, ni internet, ni teléfonos celulares y por supuesto menos redes sociales. Lo más que se podía usar para comprar o vender algo era anuncios en el periódico, teléfono de casa y fax (que era lo más moderno).
Como el destino ya estaba marcado, sin nosotros siquiera sospecharlo, los planetas se fueron alineando y unos días después entrando a casa de mi mamá me encuentro con un conocido de ella que era corredor de bienes raíces y le pregunto qué puedo hacer para vender mi apartamento lo más rápido posible?. Él me da la fórmula mágica de ese momento.
Me dice: “escribes en word una hoja con todos los datos importantes del apartamento, y le pones arriba una foto bonita si deseas, como tu madre cuenta con fax, pues el domingo que no hay tanto movimiento telefónico, tu te sientas con el directorio telefónico donde aparecen todas las bienes raíces de la ciudad al lado del fax y le pasas esa hojita a todas, esos faxes serán recibidos el lunes a primera hora y eso despertará el interes de algunos.”
Yo bien mandada hago exactamente lo que él me dijo, pero (aquí viene la parte importante del cuento); mientras yo mandaba los faxes, desde lo más profundo de mi corazón y mis deseos me puse a orar y pedí lo siguiente: “señor por favor tu sabes cuánto deseo vender este apartamento, te pido que aunque sea me llame un bienes raices, que tenga aunque sea un comprador y que ese cliente me pague si quiere lo que yo pagué por la propiedad aunque yo no le gane ni un centavo, pero lo que deseo es venderlo”.
Ajá!! Adivinen?
Mandé como 50 faxes esa mañana; el lunes solamente una oficina de bienes raíces me llamó, que tenía un solo cliente interesado y que no podía pagar lo que estabamos pidiendo que era un par de miles más, que si podíamos ajustar el precio ellos compraban; al ajustar el precio quedó en lo mismo que nosotros habíamos pagado. Luego de un par de semanas esperando algún otro interesado y deliberando a ver si ajustábamos el precio; finalmente vendimos el apartamento, tal cual queríamos, pero sin ganarle un solo centavo.
MORALEJA: “Jamás pidas poquito porque recibirás poquito, tal cual pidas” (Eso lo he aprendido ahora muchos años después y luego de escuchar las maravillas de pedir con fe), en aquella época era una ignorante de la vida. Jajajajajajajajaja
Este es uno de mis testimonios de vida, porque tengo varios, pero este llama mucho la atención a la gente que me ha escuchado, porque fue algo específico y puntual, que hasta asusta.
La segunda parte bonita del cuento es que pudimos comprarnos la casa que lloré tener, y todo fue un paso detrás de otro sin obstáculos, porque ambos lo pedimos con tantas ganas y tantas esperanzas que llegó. Lo que en un momento mi mente me bloqueo como imposible se pudo dar con muy pocos contratiempos.
“Lo que está para ti, ni aunque te quites y lo que no, ni aunque te pongas”
Todo esto ocurrió en una época que no era navidad, ejemplo de que se puede pedir cuando sea y serás escuchado, pero ahora imagínense pedir para estos días en que las vibraciones están elevadas y el cielo abierto y esperando con ansias para darnos, porque estamos en época de celebración.
Tengo una bella amiga especialista en angeología, que es quien me ha enseñado lo poco que se de esto y nos repite siempre que ellos están siempre prestos a elevar nuestras peticiones y esta época es especial para eso.
Los invito a todos a permitir que el universo conspire y sus peticiones se eleven….
P.D. Pidan en grande sin pena y sin freno, somos merecedores.