Hace un par de años, cuando decidí compartir, desde mi perspectiva, con mis seguidores mi afición por las monarquías y todo lo que se mueve a su alrededor, ni en un millón de años me hubiese imaginado que había tanta gente interesada en un tema tan lejano que pintaba como que a nadie le importaba, y yo me decía: “la rara soy yo, es mi guilty pleasure leer sobre esta gente, y es algo íntimo personal”, me han dejado con la boca abierta.
Ha sido tan así, que me siento como en la obligación de aprender más, de leer e instruirme mejor, porque hay algunas seguidoras que inclusive leen más que yo y hasta notan detalles que a veces paso por alto.
Nunca la intención fue dar información formal tipo “oficina de prensa” de ninguna casa real, porque al final, lo que ellos dejan ver es solo lo conveniente, lo bonito y bien trabajado.
Lo mio es esa información muchas veces oculta, que algunos no manejan y que antes se podía controlar más, pero con la era de la tecnología, y eso de que la vida se pone cada vez más cara, pues la información delicada o sensitiva tiene su precio y se difunde con mucha rapidez y facilidad, si antes los royals Europeos se sentían en el ojo de la tormente y con el foco puesto encima todo el tiempo ahora la cosa es peor.
Gracias a ese placer del conocimiento royal, he conocido a gente maravillosa y una de esas top es mi amiga Judy, ella inquieta, creativa, proactiva, decidida y de armas tomar, un buen día me dice: “que tal si juntamos ambos conocimientos, el tuyo con los royals y el mío en etiqueta, protocolo, puesta de mesas, planeación de eventos en general y hacemos una tarde de té muy al estilo royal que le va a encantar a nuestros seguidores.
De ese modo incentivamos a la gente a que haga de su casa un ambiente hermoso y bien arreglado para compartir con su familia y amigos, con lo que tengan en casa guardado “disque para grandes ocasiones” que en muchas casas no llega y se queda guardado allí de por vida”.
Le dije que me parecía muy bien, pero dejé la inquietud en pausa, porque aún estábamos atravesando la terrible pandemia, y había que ser prudentes; no se habló más del tema hasta que pasaron unos meses y el tiempo de Dios, que es perfecto, me hizo pensar que era momento para preguntarle a Judy si todavía estaba en pie el ofrecimiento.
Ella se activó de una vez y de ese modo se empezó a fraguar, una tarde de té en Panamá a imagen y semejanza de mi abuelita la reina Isabel, en Buckingham Palace.
Pensé que sería una versión light, pero Judy no sabe hacer nada que no sea top, con grado 10/10 jajajajajaja ella pone toda la carne en el asador. Y siempre los resultados son excelsos.
Creo que anteriormente he escrito sobre los diferentes roles que desempeñamos algunas mujeres, pero es que la vida avanza y uno dice: “ajá, y esto cuando se va calmar? Cuándo terminará? Cuándo volveré a ser como adolescente que lo que me sobraba era tiempo y me aburría??
Y luego yo misma me respondo que jamás cambiará, porque ya construí mi vida de esa manera y soy otra totalmente, y se me pasa jajajaja.
Usaré la frase trilladísima de “me pongo varios sombreros” que representan a mis roles y actividades.
Y algunos por ahí dicen que el que mucho abarca poco aprieta, pero es que mujeres como yo no tenemos otra opción; o abarcamos todo o nos vamos a la porra.
El trabajo más fuerte y difícil del mundo es el de madre, muy muy duro, sobre todo si eres una madre comprometida, lo digo de esta manera porque existen algunas que solo son progenitoras (que es otra cosa, ellas solo paren y otros crían), es harina de otro costal. El papel de madre en estos días conlleva un montón de retos porque nuestros hijos están creciendo en un mundo de ventanas abiertas (demasiado para mi gusto) que guinda al extremo de sus brazos todos los días, ellos solo tienen cerrada esa ventana cuando duermen, y como todos sabemos, no toda la información que reciben es buena ni confiable y existen un montón de peligros terroríficos, así que además de ejercer como filtro desde todas las plataformas tv, radio, podcast, redes, grupos de whatsapp etc., también brindarles el amor incondicional que les permita entender que cuentan conmigo por siempre sin que crean que pueden hacer lo que les da la gana, un balance muy difícil.
Tener un trabajo independiente o un emprendimiento es lo más delicioso del mundo mundial, uno es su propio jefe, uno mismo se organiza su agenda en función de gustos, preferencias y conveniencias, nadie te dice como actuar, ni como vestir, ni te regula tus entradas y salidas; pero eso tiene su precio, el que no se mueve no gana y no paga cuentas, así que hay que estar muy pilas; amén de que la competencia en la calle está brava. Ese es uno de mis sombreros más audaces.
Hace poco conversaba con algunas personas, y decía que damos la vida por sentada desde que nacemos, en muchos aspectos, pero es porque no conocemos otra cosa y se convierte en costumbre de vida.
Un tema que ya ni le paramos bolas, es el clima. A todos los que nos ha tocado nacer y vivir en un país totalmente tropical como mi hermoso Panamá, nos hemos ido acomodando y aprendiendo a vivir entre humedad y clima loco, días con lluvia sin parar (casi 9 meses al año) y de repente un día: sol que tuesta y brisa que tumba.
En una ocasión escuché a una extranjera residente, decir que ella admiraba muchísimo a las panameñas que con un clima tan terrible y maltratador para el cabello, todas buscábamos la manera de que el blower nos durara y siempre estamos regias. Ja, ja, ja me reí mucho, enseguida pensé que lo que tenemos son años de experiencia, las que tienen cabello lacio a prueba de “rainforest” como dice mi amiga Analisa, se salvan, pero la mayoría tenemos algo de carabalí en nuestro árbol genealógico, por ende desde chicas nuestras madres nos llevaron a poner “amansa guapo” en estos cabellos y a doblegar el desgraciado frizz.
Cuando llegamos a adultas somos unas expertas en mantener el cabello controlado, para vernos presentables en oficinas y vida social en donde abundan las fotos; lo más interesante es que muchas hacen ejercicios y con todo y eso => regias, a los cabellos les metemos “buco candela”. Menos vernos acabadas como reinas de carnaval en miércoles de ceniza.
En otra ocasión escuché a un señor decir: “he viajado mucho y conocido muchos países, y de verdad no se si decir que Panamá es uno de los países más calientes del continente o uno de los más fríos”; y valga el análisis, es muy cierto que vivimos refrigerados, porque nuestra calor no es normal, esa combinación de calor de horno con humedad casi del 100% es sofocante a niveles insospechados, se suda como si fuese gel jajajaja quedamos pegajosos, como si nos hubiesen echado un pote de pegamento encima.
La solución que se ha acresentado con los años es que tenemos acondicionadores de aire en todos lados, hasta en carros y servicio públicos, que antes no tenían, ahora taxis, autobuses y el metro también están refrigerados.
Hace ya más de un año he tomado la decisión de crearme el hábito de revisar mi interior todos los días, luego de despertarme y dar gracias al cielo por todo lo que me ha dado, empiezo puntualmente a ver lo que siento que debo mejorar en todos los aspectos de mi vida; en la búsqueda de minimizar nervios, ansiedades, preocupaciones, estreses, que no abonan en nada a la armonía de mi vida y la de mi familia.
Es entonces que, de vez en cuando, leo artículos o libros que me atraen al respecto y por supuesto no podían quedar por fuera algunos documentales de plataformas web.
Es así como flamantisimo y yo encontramos un documental en el que daban testimonio dos monjes ya mayores (uno de ellos el denominado hombre más feliz del mundo), estuvimos totalmente concentrado en lo que decían este par de señores.
Sorprendentemente, lo que dijeron no era nada que no supieramos, ni nada que solo con sentarse un ratito a meditar, nuestro sentido común no nos pueda decir. Ese precisamente es el punto, la gente ni hace pausas, ni se sienta a meditar y generalmente no le gusta usar el sentido común.
El protagonista de la serie, quien decidió ir a un fin de semana intensivo a escucharlos (hombre de treinta y tantos con mucho stress y ansiedad, como él mismo dijo), preguntó que cómo él podía hacer para bajar sus niveles de nerviosismo y ansiedad y para no tener insomnio?, cosa que nos pasa a casi todos.
El monje le contestó que es preciso que ante una situación de apesadumbramiento o angustia, lo ideal es hacer un alto y sentarnos primero a observar lo que ocurre, identificar qué es lo que nos inquieta y pensar en las medidas que se deben tomar para resolver de la mejor manera eso, que generalmente debe ir de la mano de “dejar fluir las cosas en su debido tiempo y curso” y puso un ejemplo que me impactó.
Definitivamente que la pandemia ha sacado un sin número de emociones y actitudes en la gente, que nunca antes pensé, lo bueno es que ya vemos con mayor claridad quien es quien.
Una de mis partes favoritas es que hubo creatividad sin límites y muchos se tuvieron que reinventar, otros meterle el hombro al emprendimiento y otros decidieron desempolvar emprendimientos que en su época fueron super exitosos, pero que eventualmente pasaron a la historia, porque todo lo bueno tiene su final.
Sin embargo, otra gran enseñanza de la pandemia, es que al parecer eso que creímos un “final” solo fue una pausa, son esas casualidades de la vida, que de casual no tienen nada, porque todo está escrito.
Les menciono esto porque un día recibí recomendación de una tercera persona, de una cuenta de IG cuyo nombre me sonaba mucho y no era más que aquel bar “on the go” que se inventaron, cuando mi generación estaba en los 20’s, donde servían para llevar cocteles exóticos, a la gente que salía de rumba y les encantaba pasar a calentar motores antes de ir a sus puntos de entretenimiento entiéndase bares, discotecas y afines.
Me causó mucha gracia y ganas de tomarme un par de esos drinks con #flamantisimo; afortunadamente así fue, aquellos antiguos dueños, revivieron sus tragos, ahora los llevan a domicilio y han puesto a más de cuatro a recordar mil anécdotas de aquella época y recordar gente que no vemos desde hace rato, sorprendidos de que el negocio vuelve a despuntar, ellos están logrando mover su economía familiar y nuevas generaciones están conociendo los deleites que siempre comentamos.
La tecnología ha llegado a unos límites que hasta los cines estuvieron a punto de quebrar en la época de los video club, luego se logró regular los estrenos y los cines triunfaron.
Antes de pandemia teníamos pelis en casa via web, pero los estrenos aún se podían disfrutar en los cines (uno de los placeres de flamantisimo y yo), y adivinen?! Nuevamente los cines están en cuidados intensivos, porque los lugares de mayor contagio son los cerrados de poca ventilación externa, y ese es el caso de las salas de cine.
Entonces, otro entretenimiento que se creía muerto y sepultado, y por motivos del distanciamiento que se debe tener, ha revivido como Lázaro, han sido los autocines, era algo que nuestros hijos solo conocían por verlo ilustrado en películas viejas o porque alguien comentaba.
Cuando existieron los autocines, setenteros y ochenteros en Panamá yo era una niña, y para mi mala suerte a mi madre jamás le han gustado cines de ningún tipo, ni teatros, ni museos, mejor pensemos que sus gustos son particulares y diferentes, por ende yo no era llevada a esos lugares y mi padre, un buen día no se que bicho le picó, decidió que sería buena idea llevarme él solo, una vez al cine y otra vez al autocine.
Yo me lo disfruté muchísimo y como siempre he sido muy observadora de detalles, recuerdo que para entrar al autocine donde fuimos había que pasar por una garita donde vendían el boleto para entrar, una vez dentro, el lote donde estacionaban los carros era de grava negra (piedritas pequeñas) y marcaban el lugar donde debían estacionar los carros, junto a cada ventana de conductor estaba un pedestal que tenía aspecto de radiotransmisor/bocina con un cable que se podía descolgar y poner dentro del carro para escuchar la peli o se dejaba colgado en el poste si gustaban, afortunadamente se le podía subir el volumen para que todos los ocupantes escucharan; las pantallas eran gigantes, tanto que iluminaban la carretera (Ricardo J. Alfaro) que pasaba justo detrás del autocine al que fui y desde esa misma carretera se podía ver toda la película, pero obvio sin audio. Jajajajaja
Ya cuando estuve en secundaria, descubrí que muchas generaciones de graduandos compraban tandas de películas en los autocines para recaudar fondos para sus graduaciones; era todo un trip. Por supuesto, a mi no me dejaban ir.
Gracias a esa única experiencia de infancia, que para mí fue lo máximo; pensé que el resurgimiento de los autocines sería fuera de serie para mis hijos también; así que sin pensarlo dos veces y siendo sorpresa hasta para flamantisimo compré el boleto, en la primera semana de estreno. Tomando en consideración que era fantástica salida sin contacto con más nadie y en nuestra burbuja familiar, luego de tantos meses aislados.
La situación ahora varía porque los autocines, no están en lugares fijos, quienes han decidido emprender este negocio nuevamente, alquilan lotes de estacionamientos, de los varios que hay en la ciudad, y allí ponen una pantalla inflable que es como 1/4 del tamaño de aquellas que conocí, pero con la hermosa ventaja de que escuchas la peli a través de la radio de tu propio auto. Un autocine actual.
Ese día llegamos, la película era familiar, todos entusiasmados y supuestamente preparados, porque hasta almohada llevaron jajajaja, flamantisimo y yo adelante, ellos 3 atrás, nosotros tenemos una camioneta así que estrechos no estaban, peeeerrrooo, no tardó el momento en que se formara la fajasón de los dos más pequeños, que si no veían, que si tenían hambre, que si estaban estrechos e incómodos, en fin, todo lo que no pensé de verdad que ocurriría, pedimos pizza para calmar los ánimos, y bebidas, ya me imaginan ustedes, yo estresada que no se fuera a caer ningún pedazo de pizza ni de bebidas dentro de mi carro, soy ferrea opositora que se coma dentro de los vehículos, nunca lo permito pero en esta ocasión cedí porque tenían hambre y deseaba hacer la experiencia placentera.
En fin, fue una noche para no olvidar, porque vivimos de todo, risas, peleas, lloradera, molestia, miedo (porque la peli tenía pedacitos de suspenso), angustia, sosobra por si se caía la pizza jajajajaja eso era como montaña rusa de emociones, algo totalmente diferente a lo que recordaba de mi niñez, flamantisimo solo me veía compasivamente, porque él sabía las expectativas con las que salí de casa, para luego reparar que no son ni los mismos tiempos, ni los mismos hijos, ni los mismos autocines. Los niños de aquella época eramos muy sumisos y los padres tampoco criaban como ahora, eso se notó.
Al regresar me reí y le dije a mis hijos que esperaba que les hubiese gustado, teniendo claro que para la niñez de entonces, cosas como esa nos parecían innovadoras y fuera de serie (la gran cosota), mientras que nuestros niños y jovenes actuales han visto mil y un millón de cosas WAO! (algo impensado en 70’s y 80’s), solo le pido al cielo que todo eso que ven a través de pantallas, no haga que pierdan la capacidad de sorprenderse y de emocionarse, al fin y al cabo es eso lo que le da sentido a todo.
El mundo cambia y evoluciona, mejora para unos, empeora para otros, lo cierto es que cada quien en su momento y en su tiempo disfruta, recuerda y cuenta como le fue en la FIESTA…..
Sé que en mi país solo existe temporada seca y temporada lluviosa porque vivimos en el tropico, pero yo siempre he amado ver las cuatro estaciones en fotos y videos y ahora se ve más a través de las redes sociales. Mi estación favorita del mundo mundial es el otoño, sueño con viajar a algún lugar tipo Canadá y ver las hojas caer de los árboles de todos los tonos de anaranjados y amarillos, y empezar a sentir el friito sabroso. De hecho me siento una mujer otoñal.
Coincidentemente hace 24 años luego de un año de habernos comprometido flamantisimo y yo (en mi cumpleaños), escogímos casi que al azar la fecha en que nos casaríamos por lo civil (que en aquel momento no se tomaba con tanta importancia, porque se hacía como requisito obligatorio) y resulta que fue en la última semana del mes de octubre, porque a principios de enero siguiente vendría nuestra sencilla boda por la iglesia.
Me pongo a recordar como fue aquella época, y como reza la poesía: “revuelvo la mirada y a veces siento espanto” de la diferencia abismal entre tradiciones de bodas antes y ahora.
Quizás si pudiésemos regresar en el tiempo, esa es una de las cosas que me gustaría cambiar, darle un poco de “chic” a ese momento.
La verdad es que recuerdo que, en aquella época el matrimonio civil solo lo hacían en sala de fiestas y con todos los hierros las parejas que no se casaban por la iglesia y algunos de los que sí se casaban por la iglesia, y querían bonitos detalles, pagaban previamente al juez para que la ceremonia civil fuese en sus casas y generalmente consistía en cena íntima con la familia y ya.
Ahora hacen bodas civiles con ceremonia, festejo, fotos formales, traje de novia menos pomposo pero bien arreglada, discoteca, fuegos artificiales, banquete, bebida, rumba de madrugada y de toda la parafernalia, tienen hasta noche de bodas jajajaja. Entonces un par de meses después viene el bodorrio por la iglesia con todo lo antes descrito pero magnificado; y yo quedo Oh My God!, si me hubiese tocado casarme ahora creo que me escapo con flamantisimo y ya, el gasto económico es algo fuera de serie.
Poco a poco nos hemos americanizado con esto de las relaciones en pareja, antes casi todas las novias salían de casa de sus padres para casarse, ahora la moda es que muchas parejas deciden vivir juntos (a la gringa) a ver si la cosa funciona y pasado un tiempo se casan o terminan. Ojo! No es crítica, cada quien hace lo que le da la gana, solo comparo los tiempos y tradiciones.
No se por qué sospecho que en cualquier momento aquí empezarán a hacer cena de rehearsal que hacen los gringos la noche antes a la boda como una práctica con sus familias y la corte; muchos parientes es ahí donde se conocen por primera vez.
Dije anteriormente que sentía espanto, porque de verdad me parece que #flamantisimo y yo nos pasamos de sencillos con una gran dosis de ignorancia e ingenuidad. Eramos muy jovenes.
Recuerdo como si fuese hoy que eramos un par de pelaitos de 25 años recien cumplidos, que no sabíamos ni “J” de organizar bodas, la figura de la planificadora de bodas no se usaba mucho en aquel momento y encima era un costo adicional con el que no contábamos, además de tener un presupuesto reducido para todo el evento, eramos los primeros en nuestro círculo de amigos que nos ibamos a casar, y nuestros padres unos aéreos, jajajajaja así que referencia cero.
Como el papeleo de la unión civil era exigencia para casarse por la iglesia, ambos lo tomamos literal como un requisito, esa mañana decidimos ir hasta el medio día a ambas oficinas a trabajar (que locura) y solo pedimos permiso para faltar en la tarde ya que la hora que el juzgado nos dio fue las 2:00 pm, no me compré traje nuevo ni nada, me puse un juego de pantalón con chaqueta de color amarillo que me encantaba y me quedaba muy bien (según yo) y en el cuello una pañoleta que estaba super IN en ese momento, mi blower de la semana y maquillaje de oficina hecho por mi misma, él ese día se puso un saco de oficina y ya, listo Calixto; no me van a creer pero el juzgado quedaba en la avenida Central (unas oficinas horribles espantosas y sucias), allí nos acompañaron: sus padres, mis padres, mi hermana y una pareja de amigos que fueron nuestros testigos. Adivinen?? Tuve un par de fotos de a chiripa, gracias a mi hermana que todo lo documentaba con una de sus primeras cámaras.
En un lugar remoto de mi memoria me recordaba super bien arreglada y ahora cuando veo las fotos quiero morir, en esa época el blower era sin plancha, así que el frizz en humedad panameña hacía lo suyo jajajajaja; pero lo cierto es que no podíamos creer que ya eramos legalmente esposo, eso si lo tengo super clavado en mi memoria, al salir de allí no parábamos de mirarnos y abrazarnos, nuestros padres nos abrazaron también y felicitaron, luego cada quien a lo suyo.
Curiosamente, un par de días previos habían inaugurado en los pueblos el primer Costco (que en ese momento aquí era la gran cosota, primera vez que había), el mismo ya existía hace años en USA y mi madre había decidido ir a comprar su membresía, porque conocía muy bien como funcionaba debido a que los visitaba cada vez que viajaba; y nos dijo: “si no tienen nada más que hacer, acompañenme a sacar la membresía y vidajenear a ver si son iguales a los de allá.”
Este par de tórtolos, pasamos nuestra primera tarde de esposos, paseando y comprando en Costco en jeans y zapatillas, ese día pasó sin pena ni gloria, solo recuerdo que nos veíamos cada dos minutos con la cara de “no lo puedo creer”, nos besábamos y reíamos, como si hubiésemos hecho una travesura de las grandes.
El colmo es que pasan los octubres y ni nos acordamos que estamos cumpliendo años de boda civil sino hasta varios días después. Este año decidí escribir este artículo porque es tiempo de empezar a celebrar cada situación que importa.
El tiempo pasa, las costumbres cambian, la vida evoluciona y con toda franqueza con lo que a mi me gusta bailar y celebrar me hubiese encantado que al menos nos hubiésemos ido a comer algo y brindar por ese primer paso que nos abrió la oportunidad a la boda religiosa, que recuerdo con mucho amor pero también con arrepentimiento de que pudimos hacerlo mejor si hubiésemos tenido guía o yo me hubiese puesto a investigar mejor.
Ojo! En aquel entonces esa investigación, tendría que haber sido a través de revista de bodas o preguntando a personas que se casaron antes; porque el señor google ni soñaba con existir.
Como me encantaría tener una máquina del tiempo para regresar y decirme “espabílate niña y empieza a documentar que lo vas a extrañar”.
Espero se hayan divertido con mi cuentito de nuestra otoñal unión civil y lo único que pido al cielo y al universo es que de aquí al 2022 que cumpliremos 25 años, podamos renovar votos, tener la boda que soñé aunque sea en poquito y reibindicarnos como se debe.
Celebren la vida, que los recuerdos de sus celebraciones sean fantásticos….
Cada vez que llegan días patrios, escribo sobre lo orgullosa y privilegiada que me siento de ser panameña, porque a pesar de algunas cosas decepcionantes que ocurren aquí, pues al menos estamos juntos y conservamos nuestros recuerdos, estamos cerca de nuestros seres queridos presentes y ausentes y nos movemos como pez en el agua con los ojos cerrados, en nuestro entorno.
A diferencia de aquellos que lamentablemente les toca migrar y pierden lo antes mencionado por completo; les toca empezar de cero dejando muchas cosas importantes atrás, en pro de su seguridad y la de su familia.
Pero como nadie escarmienta por cabeza ajena, la mayoría de los panameños no piensan en eso, me excluyo porque yo si lo pienso, y bastante.
Luego ese pensamiento me lleva a elevar plegarias para nunca encontrarnos en una situación similar. Historicamente los panameños no somos de migrar, los porcentajes de gente que se va buscar un mejor futuro en otros países es baja, aquí hemos aprendido a vivir, a convivir y a subsistir si la cosa aprieta. Mal que bien aquí se consigue donde dormir y un plato de comida.
Y dije, además de mencionar los bellos atributos de lugares y comida deliciosa de mi tierrita, voy a compartir con todos lo que pienso puede ayudar a que hagamos mejor patria.
No necesitamos tener una posición privilegiada, ni estar nombrados en el gobierno para hacer algo por el país, no señores, este país es de todos y debemos tener responsabilidades como ciudadanos.
Con los años el título de suegra ha sido utilizado en broma y en serio con una connotación negativa que ya está sembrada en nuestros subconciente desde que somos niños; es una cosa tan rara, antigua y hasta graciosa que ni lo reparamos.
Pero si nos ponemos a meditar, esa señora es la madre de nuestra pareja, de la persona que amamos y que cuando formalizamos relaciones se queda para siempre en nuestras vidas, aunque muchos insistan en el argumento de: “yo me caso con él o ella y no con su familia”; sí? Pues sepa que en la realidad esa frase queda sin efecto.
La única manera en que no se tiene tanto contacto con las suegras es cuando hay tierra de por medio, sea en un mismo país o en otro, pero con tanta tecnología la cosa ni es tan así, tampoco.
Por alguna extraña razón las madres sentimos que nuestros hijos en cierta forma nos pertenecen para toda la vida y que debemos “cubrirlos con nuestros mantos de protección” aunque sean adultos viejos y pellejos, es algo más fuerte que nosotras.
La magia de ser una buena suegra radica en que en algún punto del camino debemos entender, primero que los hijos no son nuestros sino de la vida, que Dios nos los dio para guiarlos y dejarlos tomar sus propias decisiones, precisamente la más importantes tiene que ver con la elección de la persona de la cual se enamoran y a quien desean unir su vida.
En varios de mis artículos anteriores he mencionado el clásico cliché de la “vida cíclica” que todos damos por sentado y como de costumbre nadie se sienta a meditar; pero si “ya saben como soy pa’ que me invitan” jajajajajajajajaja que risa, pues sí me senté a reírme sola.
Con todo el asunto de la actual pandemia escucho quejas y lamentos por los cuatro puntos cardinales (algunos justificados y otras no tanto) y pienso: definitivamente, es verdad que entre más se vive más paciencia se cultiva. Quizás esta es la primera vez que todos vivimos una pandemia, algo que hasta el momento solo leímos en enciclopedias; pero sí se han vivido otras situaciones difíciles como guerras, conflictos, dictaduras y brotes de nuevas enfermedades que hace años llegaron para quedarse.
En mi caso, viví la terrible dictadura que terminó en la invasión norteamericana llamada causa justa, para muchas familias panameñas no fue tan justa, hubo sufrimiento grande por terribles pérdidas humanas y económicas que ni les cuento, aquello no fue un lecho de rosas, hubo un terrible saqueo que nos sentenció a todos los decentes a racionalizar lo que se tenía en las alacenas en aquel momento, en casa gracias a Dios, como era vísperas de navidad, mi madre había hecho el supermercado de fin de año, así que por comida no nos preocupamos y nos apertrechamos como si fuese un bunker, pero solo se tenía eso, no había chance de comprar absolutamente más nada, farmacias, supermercados, tiendas, almacenes, completamente todo saqueado, por varios días, estabamos literalmente en una selva de cemento en el medio de la nada.
Y lo peor, no se crean que en aquel momento había los entretenimientos que existen hoy día, cero tv local (que solo eran 3 canales), la televisión por cable solo tenían las personas clase media alta para arriba, dependíamos de los video clubs para ver películas (los cuales también fueron saqueados), cero computadoras, ni tabletas, no existía internet y menos redes sociales, los celulares eran impensables en este país (de hecho ni existía aún la primera empresa de telefonía celular), el único juego de video que existía era Atari (y no todo mundo lo tenía), nada de nada, los juegos de mesa y el chismorreo por teléfono fijo con amistades y familiares o echar cuento con los de la casa, además del radio y los cassette era lo que aplicaba. Sigue leyendo «Maravillosa Vida Cíclica»→
Sé que muchos de ustedes van a coincidir conmigo, principalmente los que tenemos familia con hijos, estar un día o un par de días solo es lo más sabroso del mundo, se siente una paz indescriptible y unas ganas que se prolongue jejejeje eso no es ser mala madre o padre, es sencillamente que el manual de los buenos padres no existe y a veces la crianza abruma, aunque se tenga ayuda de nanas, igual abruma.
Muchas veces yo dije “me he dado cuenta que soy medio ermitaña y me gusta mi soledad con un buen libro y cositas ricas de comer y beber soy feliz”, hasta que llegó la pandemia y removió todos mis paradigmas. Creo que a todos nos pasa que ni en un millón de años hubiésemos imaginado si quiera que ibamos a vivir algo tan fuerte como esto. Pero lo cierto es que lo estamos viviendo y yo siempre ultra observadora y meditabunda rápidamente me di cuenta que no todo mundo lo ha asimilado igual, de hecho hay gente que a estas alturas a más de dos meses de cuarentena y viendo los hechos a nivel mundial, no les cae el real y están en total negación, misma negación que les hace cometer toda clase de imprudencias, comenzando por salir de la casa buscando ser infectados o infectar a otros (para mi no existe mayor muestra de egoísmo humano).
Hay países como mi bello Panamá, en los que las autoridades tomaron cartas en el asunto bastante temprano y aunque no todo mundo esté de acuerdo, tanto dentro como fuera del país, lo cual es imposible, las medidas han rendido sus frutos y no hemos llegado a los terribles casos de colpaso de hospitales como en Italia y España, si eso pasara aquí, se va la mitad de la población, no hay base para hacerle frente, que va!!
De modo que mi actitud ante la pandemia con su consecuente cuarentena ha sido de agradecimiento porque estoy viva, estoy sana y lo más importante de mi vida está conmigo (mi marido, mis hijos, mis mascotas y comunicación continua con mis padres, hermanos y gente que amo) por supuesto comida para los tres golpes del día; no necesitamos más; siempre que se desesperan les digo: “qué es mejor? Esto o la unidad de cuidados intensivos o la cárcel? Aquí estamos reyes, tenemos tecnología, entretenimiento 24/7 y la comodidad de nuestro hogar, no quiero ni saber si esto hubiese ocurrido en los años 80’s ó 90’s cuando no había NADA, de a malas 2 canales locales y no todo mundo contaba con cable. Hay cientos de miles de personas que no tienen ni la mitad, enseguida todos en casa quedan a tono y felices, el confinamiento a ratos ahoga pero lo hemos podido manejar muy bien. Vivimos un día a la vez.
Sin embargo, en una entrevista que me hicieron hace un par de semanas, al final una chica abre micrófono y me dijo algo que me hizo meditar muchísimo. Ella me decía, que entendía perfectamente lo de vivir un día a la vez, pero que al menos yo tenía vida agitada, que a veces estar acompañado aunque sea para discutir es necesario. Ella se encuentra sola en su apartamento, antes iba a trabajar y en la tarde iba a hacer algún mandado y luego en la noche hacía planes con amigos para salir a tomar algo o ir al cine y así, por esa razón nunca sentía soledad, dado que llegaba a casa solo a corregir y planear (porque es maestra) y a dormir, además de que eventualmente recibía visitas de familia o amigos.
Todo cambió cuando observó que sus clases con niños chiquitos, para acabar de rematar, era todo un reto por via web y cuando pasan las agotadoras clases queda sola y en silencio a todas horas en su casa, no tiene novio ni esposo, y todo es a través de una pantalla con la gente que estima y quiere.
Tengo gran facilidad para ponerme en los zapatos de alguien y pensé “Dios mio, yo me estuviese trepando por las paredes”, aunque muchos digamos que amamos la soledad, puede ser, pero no de manera tan prolongada, el contacto con otros seres humanos es necesario, prueba de ello es la cantidad de personas a quienes les ha producido depresiones severas que los han llevado a tomar malas decisiones definitivas y permanentes.
Sentirse amado, querido, necesitado, y aunque sea intercambiar el coloquial cotidiano con alguien es necesario; luego he visto a otras personas, inclusive presentadoras de tv que han manifestado públicamente que están solas, íngrimas en sus apartamentos, quienes dicen en broma y en serio que en cualquier momento los cojines y los muebles les van a hablar, debe ser totalmente desesperante, por eso muchas de esas personas esperan con ansias las horas que les toca salir, para aunque sea dar vueltas en el carro o ir a ver gente al super o a las farmacias.
Tengo que reconocer que eso de que soy full ermitaña ahora no es tan así, porque sí es verdad que anhelo momentos de soledad total solo para consentirme a mí, inclusive sin flamantisimo, solita yo conmigo misma; pero no creo que pudiese estar sola en un apartamento encerrada en cuarentena, ni aunque me conectara con mil personas al día, cuando se apaga esa pantalla qué??!! Esa es una de las grandes enseñanzas personales que me está dejando la cuarentena, necesito sentirme acompañada en persona.
Admiro a todos(as) aquellos(as) que están solos y con enteresa están en casa inventando cada día como entretenerse, como complacerse, como mantenerse firmes y aún así tranquilos sin que la psiquis le juegue una mala pasada.
No sé si es correcto lo que voy a decirles pero creo que yo hubiese llamado a alguien cercano que se mudara conmigo al menos para convivir un tiempo y le comenté eso a la muchacha, a lo que ella extrañamente me respondió que es difícil porque si no es alguien que vive contigo desde siempre en unos pocos días se crean fricciones y discusiones a veces por tonterías porque las personas que viven solas tienen todo a su gusto y preferencia, ese es su espacio y lo hacen respetar de una manera egoísta, eso también lo entiendo. Pero y entonces cómo se hace?
Solo cada quien sabe como puede y hasta donde llegar a solas en confinamiento; siempre hay un roto para un descosido, a las finales quizás conozcan al amor de su vida via web y en plena pandemia, ese podría ser un regalo de la vida, como el del chico de New York que se enamoró de una muchacha que subía a bailar a su azotea todos los días. La vida es loca loca loca y a veces la realidad supera la ficción. Solo queda esperar a ver que trae esta cuarentena en solitario.