Hace un par de años, cuando decidí compartir, desde mi perspectiva, con mis seguidores mi afición por las monarquías y todo lo que se mueve a su alrededor, ni en un millón de años me hubiese imaginado que había tanta gente interesada en un tema tan lejano que pintaba como que a nadie le importaba, y yo me decía: “la rara soy yo, es mi guilty pleasure leer sobre esta gente, y es algo íntimo personal”, me han dejado con la boca abierta.
Ha sido tan así, que me siento como en la obligación de aprender más, de leer e instruirme mejor, porque hay algunas seguidoras que inclusive leen más que yo y hasta notan detalles que a veces paso por alto.
Nunca la intención fue dar información formal tipo “oficina de prensa” de ninguna casa real, porque al final, lo que ellos dejan ver es solo lo conveniente, lo bonito y bien trabajado.
Lo mio es esa información muchas veces oculta, que algunos no manejan y que antes se podía controlar más, pero con la era de la tecnología, y eso de que la vida se pone cada vez más cara, pues la información delicada o sensitiva tiene su precio y se difunde con mucha rapidez y facilidad, si antes los royals Europeos se sentían en el ojo de la tormente y con el foco puesto encima todo el tiempo ahora la cosa es peor.
Gracias a ese placer del conocimiento royal, he conocido a gente maravillosa y una de esas top es mi amiga Judy, ella inquieta, creativa, proactiva, decidida y de armas tomar, un buen día me dice: “que tal si juntamos ambos conocimientos, el tuyo con los royals y el mío en etiqueta, protocolo, puesta de mesas, planeación de eventos en general y hacemos una tarde de té muy al estilo royal que le va a encantar a nuestros seguidores.
De ese modo incentivamos a la gente a que haga de su casa un ambiente hermoso y bien arreglado para compartir con su familia y amigos, con lo que tengan en casa guardado “disque para grandes ocasiones” que en muchas casas no llega y se queda guardado allí de por vida”.
Le dije que me parecía muy bien, pero dejé la inquietud en pausa, porque aún estábamos atravesando la terrible pandemia, y había que ser prudentes; no se habló más del tema hasta que pasaron unos meses y el tiempo de Dios, que es perfecto, me hizo pensar que era momento para preguntarle a Judy si todavía estaba en pie el ofrecimiento.
Ella se activó de una vez y de ese modo se empezó a fraguar, una tarde de té en Panamá a imagen y semejanza de mi abuelita la reina Isabel, en Buckingham Palace.
Pensé que sería una versión light, pero Judy no sabe hacer nada que no sea top, con grado 10/10 jajajajajaja ella pone toda la carne en el asador. Y siempre los resultados son excelsos.
Foto de mi tercer trabajo, uno de los pocos en los que fui feliz
Cuando empecé mi vida laboral era una chiquilla ingenua, inmadura y sin conocimiento de montones de cosas; de hecho vivía en un mundito con una visión tan reducida que esperaba trabajar toda la vida para alguna empresa donde mi mayor aspiración sería alcanzar ascensos y ganar un “gran salario” de un par de miles de dólares y creerme exitosa.
Ojo! Que no digo que eso esté mal, es solo que en ese momento, pensaba que era la única manera de surgir y tener algo, como indica lo que yo llamo “el librito de la vida”.
Con el tiempo aprendí tantas y tantas cosas, y recibí cualquier cantidad de golpes emocionales que me enseñaron a ser más fuerte y sabia.
Una de las mayores enseñanzas es que “trabajo para vivir no vivo para trabajar”, aunque para la mayoría de mis jefes era un insulto que sacara mi trabajo en el tiempo laborable y me fuera a mi hora de salida, porque para muchos de ellos; el mejor empleado era el que daba “el kilómetro extra que consistía en quedarse después del trabajo sin cobrar sobre tiempo y si lo podías hacer todos los días mejor; llegué a conocer empleados que todo el día pajareaban pero se quedaban, y esos eran los consentidos jajajaja, nunca logré entender semejante bobería.
Luego cambiaron el nombre de empleado a “colaborador” para que el adoctrinamiento fuese más digerible, no se si lo que buscaban era el sentido de pertenencia.
Nunca me gustó esa palabra porque trabajador o empleado es una persona que realiza una tarea con el compromiso de recibir a cambio paga monetaria, es una simple transacción.
Y colaborador es una persona que está siempre dispuesta a colaborar o ayudar junto a otras personas por un fin común y allí es donde yo digo que le pusieron el toque romántico al asunto para que muchos no sientan que están mal pagados por las muchas tareas que les hacen realizar.
Como ya dije antes, las circunstancias me llevaron por un camino que al principio me asustó y quedé paralizada, en shock, en la última empresa en que trabajé, me vi obligada a renunciar a un trabajo que me producía angustia, depresión, stress, tenía un jefe tirano al que detestaba (que por cobardía no me quería despedir) y un salario que detestaba aún más, estando graduada de la universidad y con el resto de mis compañeros que ganaban más del doble que yo, pero todos los días me repetía que no conseguía otra cosa y debía aguantarme porque necesitaba ese dinero, ya que tenía dos hijos en casa y mi esposo no podía con todo.
En fin, renuncié con una sonrisa sarcástica y llena de rabia diciéndole al tirano que me iba a otro trabajo mejor pagado y de acuerdo a mis estudios, solo para hacerlo rabiar; pero por dentro estaba muerta de pánico por mi destino. Cero confianza en mi misma.
Me fui con mi cheque de liquidación de hambre y ese primer día decidí meterme toda la mañana en un SPA porque me lo merecía y además debía aclarar las ideas para volver a empezar, no sabía ni como, pero era un nuevo incierto comienzo.
Luego de un par de días aclaré la mente, mi madre me recomendó tomar el curso de seguros en vez de buscar trabajar para otros y me tiré al charco, cada día que pasaba hasta que saqué la licencia me empoderaba más, me daba cuenta de la felicidad que me producía ser libre, sin tener que dar explicaciones ni pedir permisos a nadie; con el firme propósito de trabajar por mi y mi familia. Ser independiente es un reto muy difícil porque el que no vende no come, pero estaba dispuesta.
Han pasado 15 años desde que no tenía fe y confianza en que lograría salir adelante sin la imposición de alguien que no supiera valorar mis talentos y habilidades.
Puedo dar testimonio que sí se puede salir adelante con esfuerzo y sacrificio propio. Y no saben el orgullo que siento ahora y el total agradecimiento con el cielo por permitirme vivir la felicidad luego de la tormenta.
Ahora no solo tengo un trabajo sino varios, en los que me muevo como pez en el agua y me siento segura, feliz y completa, nadie nunca más me hará sentir como una tachuela aplastada y dañará mi autoestima que me costó tanto recuperar con ayuda de psiquiatras, terapistas y psicólogas; que ironías tiene la vida, en mi casa era amada por mi esposo e hijos y quienes me pisotearon y dañaron fueron personas externas.
Viniendo de abuelos trabajadores extranjeros casados con dos criollas panameñas igual de trabajadoras, de padres que aún hoy en día siguen trabajando y honrando el esfuerzo y sacrificio con honestidad, que les puedo decir? Me felicito y los felicito porque todo lo alcanzado, ha sido muy bien merecido y el mejor regalo que puedo dejar a mis chiquillos de porra.
Ya ni temor ni vergüenza siento al contar capitulos de mi vida que antes eran tabús; más bien me siento una reina del día del trabajo.
Un buen día desperté y la mayoría de mis sueños que estaban en el buzón de “largo plazo”, los tenía frente a mis narices, que más hubiese querido yo que tener padres con esa visión de “vete hija a vivir el mundo, la vida, vuela alto” pero no fue así, y ojo! que no es queja, es sencillamente que tanto los padres de flamantisimo como los mios son una generación, que en gran parte, fue criada en un mundo cerrado y pequeño, les explico: ustedes han visto alguna vez por la mirilla de una cámara fotográfica?, solo ves lo que aparece en el recuadro, cuando te separas de la cámara ves con amplitud todo lo demás que te haz estado perdiendo, pues es tal cual así.
Como esa mirada por la mirilla, fue la vida de ellos y así nos criaron a nosotros, porque no conocían otra cosa, el manual del perfecto padre y la perfecta crianza no existe, una generación que se cuidaba mucho del “que dirán” aunque los problemas internos fuesen como la segunda guerra mundial.
Tener novios era un lio, tener sexo con el novio era imperdonable, que alguien se declarara homosexual, que alguien estuviese enfermo o tuviese alguna adicción era algo inmensionable digno de esconder también, por cierto.
Y otra cosa menos pecaminosa pero algo que veían como una total locura era tener un negocio propio, un emprendimiento, o viajar?! Uff! Eso era disque “de que locura estás hablando? Es mejor ser cola de león que cabeza de ratón”; y viajar era solo para gente con plata (según sus cabecitas), darse el permiso para conocer otros lugares, invertir en felicidad y buenos momentos, era algo que se dejaba para tratar en otra ocasión que nunca llegaba, porque lo percibían como fantasioso.
Recordando que no estoy diciendo que todos los padres boomers clase media trabajadora eran así, era un grupo criado de esa forma y en ese grupo estaban los nuestros.
Me tocó aprender muchas cosas luego de salir del claustro que por protección me impuso mi madre; cuanta gente no viaja mucho y se divierte de novios y cuando recién se casan sigue acumulando horas de vuelo juntos.
Pero yo solo de pensar en que me iban a gritar de todo, porque pensara en irme de viaje con mi novio, se me quitaban las ganas; luego entendí que pude hacerlo y solo fue un temor interno mio, yo pude decir “chao! Me voy de paseo” pero son temores que me fueron sembrados (barreras mentales), todos nacidos del nervio de cuidarme para que no me pasara nada.
Y resulta que luego cuando despegué la mirada de la mirilla de mi vida y vi con amplitud todo lo que pude ver, conocer y aprender que me había estado perdiendo fue abrumador.
Entonces tomé la firme decisión de ponerme al día en esa fascinante materia pendiente, pero ya para ese momento estaba casada, habían llegado los come arroz, las deudas y mil responsabilidades (de las cuales no me arrepiento), pero ocurre que no deseo abandonar mi sueño de conocer, y de vivir situaciones maravillosas.
Creo que anteriormente he escrito sobre los diferentes roles que desempeñamos algunas mujeres, pero es que la vida avanza y uno dice: “ajá, y esto cuando se va calmar? Cuándo terminará? Cuándo volveré a ser como adolescente que lo que me sobraba era tiempo y me aburría??
Y luego yo misma me respondo que jamás cambiará, porque ya construí mi vida de esa manera y soy otra totalmente, y se me pasa jajajaja.
Usaré la frase trilladísima de “me pongo varios sombreros” que representan a mis roles y actividades.
Y algunos por ahí dicen que el que mucho abarca poco aprieta, pero es que mujeres como yo no tenemos otra opción; o abarcamos todo o nos vamos a la porra.
El trabajo más fuerte y difícil del mundo es el de madre, muy muy duro, sobre todo si eres una madre comprometida, lo digo de esta manera porque existen algunas que solo son progenitoras (que es otra cosa, ellas solo paren y otros crían), es harina de otro costal. El papel de madre en estos días conlleva un montón de retos porque nuestros hijos están creciendo en un mundo de ventanas abiertas (demasiado para mi gusto) que guinda al extremo de sus brazos todos los días, ellos solo tienen cerrada esa ventana cuando duermen, y como todos sabemos, no toda la información que reciben es buena ni confiable y existen un montón de peligros terroríficos, así que además de ejercer como filtro desde todas las plataformas tv, radio, podcast, redes, grupos de whatsapp etc., también brindarles el amor incondicional que les permita entender que cuentan conmigo por siempre sin que crean que pueden hacer lo que les da la gana, un balance muy difícil.
Tener un trabajo independiente o un emprendimiento es lo más delicioso del mundo mundial, uno es su propio jefe, uno mismo se organiza su agenda en función de gustos, preferencias y conveniencias, nadie te dice como actuar, ni como vestir, ni te regula tus entradas y salidas; pero eso tiene su precio, el que no se mueve no gana y no paga cuentas, así que hay que estar muy pilas; amén de que la competencia en la calle está brava. Ese es uno de mis sombreros más audaces.
Hace poco conversaba con algunas personas, y decía que damos la vida por sentada desde que nacemos, en muchos aspectos, pero es porque no conocemos otra cosa y se convierte en costumbre de vida.
Un tema que ya ni le paramos bolas, es el clima. A todos los que nos ha tocado nacer y vivir en un país totalmente tropical como mi hermoso Panamá, nos hemos ido acomodando y aprendiendo a vivir entre humedad y clima loco, días con lluvia sin parar (casi 9 meses al año) y de repente un día: sol que tuesta y brisa que tumba.
En una ocasión escuché a una extranjera residente, decir que ella admiraba muchísimo a las panameñas que con un clima tan terrible y maltratador para el cabello, todas buscábamos la manera de que el blower nos durara y siempre estamos regias. Ja, ja, ja me reí mucho, enseguida pensé que lo que tenemos son años de experiencia, las que tienen cabello lacio a prueba de “rainforest” como dice mi amiga Analisa, se salvan, pero la mayoría tenemos algo de carabalí en nuestro árbol genealógico, por ende desde chicas nuestras madres nos llevaron a poner “amansa guapo” en estos cabellos y a doblegar el desgraciado frizz.
Cuando llegamos a adultas somos unas expertas en mantener el cabello controlado, para vernos presentables en oficinas y vida social en donde abundan las fotos; lo más interesante es que muchas hacen ejercicios y con todo y eso => regias, a los cabellos les metemos “buco candela”. Menos vernos acabadas como reinas de carnaval en miércoles de ceniza.
En otra ocasión escuché a un señor decir: “he viajado mucho y conocido muchos países, y de verdad no se si decir que Panamá es uno de los países más calientes del continente o uno de los más fríos”; y valga el análisis, es muy cierto que vivimos refrigerados, porque nuestra calor no es normal, esa combinación de calor de horno con humedad casi del 100% es sofocante a niveles insospechados, se suda como si fuese gel jajajaja quedamos pegajosos, como si nos hubiesen echado un pote de pegamento encima.
La solución que se ha acresentado con los años es que tenemos acondicionadores de aire en todos lados, hasta en carros y servicio públicos, que antes no tenían, ahora taxis, autobuses y el metro también están refrigerados.
Hace ya más de un año he tomado la decisión de crearme el hábito de revisar mi interior todos los días, luego de despertarme y dar gracias al cielo por todo lo que me ha dado, empiezo puntualmente a ver lo que siento que debo mejorar en todos los aspectos de mi vida; en la búsqueda de minimizar nervios, ansiedades, preocupaciones, estreses, que no abonan en nada a la armonía de mi vida y la de mi familia.
Es entonces que, de vez en cuando, leo artículos o libros que me atraen al respecto y por supuesto no podían quedar por fuera algunos documentales de plataformas web.
Es así como flamantisimo y yo encontramos un documental en el que daban testimonio dos monjes ya mayores (uno de ellos el denominado hombre más feliz del mundo), estuvimos totalmente concentrado en lo que decían este par de señores.
Sorprendentemente, lo que dijeron no era nada que no supieramos, ni nada que solo con sentarse un ratito a meditar, nuestro sentido común no nos pueda decir. Ese precisamente es el punto, la gente ni hace pausas, ni se sienta a meditar y generalmente no le gusta usar el sentido común.
El protagonista de la serie, quien decidió ir a un fin de semana intensivo a escucharlos (hombre de treinta y tantos con mucho stress y ansiedad, como él mismo dijo), preguntó que cómo él podía hacer para bajar sus niveles de nerviosismo y ansiedad y para no tener insomnio?, cosa que nos pasa a casi todos.
El monje le contestó que es preciso que ante una situación de apesadumbramiento o angustia, lo ideal es hacer un alto y sentarnos primero a observar lo que ocurre, identificar qué es lo que nos inquieta y pensar en las medidas que se deben tomar para resolver de la mejor manera eso, que generalmente debe ir de la mano de “dejar fluir las cosas en su debido tiempo y curso” y puso un ejemplo que me impactó.
Recuerdo como si fuese un pestañeo el año pasado, un día como hoy, todos terminando un 2019, que como siempre para algunos fue difícil, para otros exitoso, en mi caso, estabamos todos bien, mi trabajo había rendido sus frutos y tuve cambios positivos que beneficiaron a toda la familia; lanzamos nuestros globos de papel con tantas esperanzas, deseos e ilusiones, que creo que les costaba elevarse porque iban cargados. Jajaja
Mientras tanto a nivel mundial en China miles de personas con un repentino brote de virus jamás visto, que nadie conocía, altamente contagioso y supuestamente provocado por una “sopa de murciélago” que ellos se tomaban, locura total y surreal tomando en cuenta lo del murciélago.
Como una de las características de la mayoría de la raza humana es: “ser egoísta y solo me importa lo mio y nada más”; el problema grave que estaba atravesando China se veía lejano como quien ve fuegos artificiales a lo lejos; y como ellos también forma parte de esa misma raza humana, pues no tomaron previsiones para evitar contagios fuera de sus fronteras, nunca hicieron cerco sanitario, a sabiendas de la facilidad y velocidad con la que se contagia el virus.
Hubo gente, supuestamente experta, de este lado del mundo que incluso restó importancia diciendo que estábamos muy lejos de china y que eso pronto pasaría sin mayores consecuencias como caso aislado de ese lado del mundo.
En mi hogar habíamos planeado, desde hacía muchos meses, un viaje cercano a Bogotá, todos juntos, para principios de febrero, de repente mi madre necesitó una operación de hernia discal y estuve a punto de cancelar, pero ella nos dijo que de ninguna manera, ya los nietos estaban entusiasmados y el viaje pagado, de modo que partimos y la pasamos fantásticamente. Y menos mal porque venían tiempos diferentes.
Regresando del viaje, enseguida se formó la corredera de preparación para entrada al colegio de mis chiquillos, como todos los años, la vida corría normal y sin contratiempos.
Recuerdo claramente que meses antes en el 2019, en uno de mis muchos momentos de meditación, me quedé pensando en las calamidades que pasamos las madres con el colegio: (la llevada y traída que partía mi día laboral en dos, busito colegial no es una opción para mí; el gasto de meriendas que ya casi se compara con un mini super, el estres de la compra constante de materiales que piden las maestras y un par de etcéteras más) me plantee como quien no quiere la cosa de repente hacer homescooling con mis dos hijos en edad escolar, inclusive les comenté que les parecería?, mi hijo sandwich dijo que “ni loco, él tiene sus mejores amigos del alma, y el contacto con ellos era importante”, mi hija más pequeña me dijo: “mami creo que extrañaría el compartir con otras niñas y también quiero a mis maestras”, entendí que quizás esa opción no era para mis hijos así que lo descarté. Luego, entrada la cuarentena, pensé: “por algo las sabias que conozco siempre dicen que “mucho cuidado con lo que se desea”. Jajajajaja
Llegaron los primeros días de marzo, empezaron las clases y se hizo de inmediato manifiesto lo que dije al inicio del artículo, el egoísmo humano a su máxima expresión, ya había hecho que países como Italia y España estuviesen colapsados por los casos del virus mortal, y en cuestión de un par de días se detectan los primeros casos en mi amado Panamá.
Finalmente había llegado el terrible virus y las autoridades médicas panameñas, creo que en su afán para que no se difundieran en un país con tan pocos habitantes tomaron la radical decisión de confinar en cuarentena a toda la población.
Empezaron a fraguarse los planes para que la vida continuara a través de la tecnología, tanto los trabajos como el famoso homeschooling en esta ocasión no fueron opcionales.
En casa nos tocó ir acomodando áreas, mandar a actualizar y optimizar las computadoras (gracias a Dios tenemos esos aparatos, no nuevos, pero tenemos), acomodar área para teletrabajo de mi esposo, y en esos meses, a diferencia de otras mujeres que se quejaban porque no podían salir a trabajar o a socializar (que las entiendo porque cada quien sabe que le hace feliz), yo estaba super agradecida, que aun teníamos empleo e ingresos para hacer un gran supermercado y guardarnos por temporada larga y que mi esposo no tuviese que ir a la oficina (foco de infección). Siempre lo he dicho, mi casa es mi remanso de paz, mi lugar feliz y mi refugio, lo más importante de mi vida en un solo lugar y a salvo.
Los meses pasaron, e ingeniosamente busqué cada día cumplir con mis compromisos laborales y sacar tiempo para distraernos en casa; hemos ido acoplando nuestras vidas a lo que pronto llamaron nueva normalidad y yo preferí llamar nueva vida, porque de normal no tenía nada.
Ha habido tristezas por los que partieron en este difícil año, pero también muchísima enseñanza y la mayor de todas reafirmar que puedo adaptarme y ayudar a mi familia a adaptarse para sobrevivir a lo que venga. Como he dicho en mis redes sociales, el ser humano tiene la capacidad de acostumbrarse a todo, incluyendo lo malo.
Finalmento ocurrió lo que mi hijo no quería; que era apartarse de sus amigos, doy gracias a Dios por la tecnología, ha sido de tanta ayuda.
He celebrado también el ingenio de tantos que les tocó emprender o hicieron crecer su emprendimiento, igual que ver como vamos mejorando patrones de nuevos usos como las fiestas por zoom, que al inicio, los invitados solo veían mientras se cantaba y los anfitriones disfrutaban de las botanas y el pastel; ahora ya recibimos en la comodidad de nuestro hogar un pedacito de esas botanas y pastel para que el compartir a la distancia se haga más llevadero. Demostrando que todo lo que se quiere se puede, el que se sienta a llorar no avanza.
He decidido que voy a recordar este año como memorable y por supuesto que será “trending topic” en el libro de mi vida.
Reafirmé que mi casa es mi lugar feliz del mundo mundial, y que mi marido, mis hijos y mis mascotas son mi gente favorita, con quienes puedo vivir hasta en un bunker debajo de la tierra.
Me mantuve cultivando amistades existentes y logré tener nuevas que son divinas.
Confirmé mi resiliencia y descubrí que puedo ayudar a otros a salir del hueco. Estoy encontrando nuevas misiones de vida.
Reafirmé que amo leer, leer y leer, y en la medida que mas leo mas aprendo.
He cultivado mi paciencia entendiendo con mas fuerza que la sabiduria y la madurez están en callar y escuchar más.
Ahora me enfoco mucho mas en lo que tengo que en lo que me hace falta, sin perder de vista lo que deseo.
Esta no es la peor crisis que ha vivido la humanidad y si otros pudieron en peores circunstancias, nosotros podremos.
Finalmente estoy muy clara que el año pasa y las circunstancias no, el año no es el culpable de lo ocurrido sino la humanidad que se niega a aprender lecciones. Seguiremos con el virus hasta que llegue una vacuna confirmada, pero prefiero que no sea con apuros, porque la desesperación no es buena consejera.
Yo sí he aprendido y seguiré aprendiendo y también equivocándome porque termina el año pero solo en calendario.
Definitivamente que la pandemia ha sacado un sin número de emociones y actitudes en la gente, que nunca antes pensé, lo bueno es que ya vemos con mayor claridad quien es quien.
Una de mis partes favoritas es que hubo creatividad sin límites y muchos se tuvieron que reinventar, otros meterle el hombro al emprendimiento y otros decidieron desempolvar emprendimientos que en su época fueron super exitosos, pero que eventualmente pasaron a la historia, porque todo lo bueno tiene su final.
Sin embargo, otra gran enseñanza de la pandemia, es que al parecer eso que creímos un “final” solo fue una pausa, son esas casualidades de la vida, que de casual no tienen nada, porque todo está escrito.
Les menciono esto porque un día recibí recomendación de una tercera persona, de una cuenta de IG cuyo nombre me sonaba mucho y no era más que aquel bar “on the go” que se inventaron, cuando mi generación estaba en los 20’s, donde servían para llevar cocteles exóticos, a la gente que salía de rumba y les encantaba pasar a calentar motores antes de ir a sus puntos de entretenimiento entiéndase bares, discotecas y afines.
Me causó mucha gracia y ganas de tomarme un par de esos drinks con #flamantisimo; afortunadamente así fue, aquellos antiguos dueños, revivieron sus tragos, ahora los llevan a domicilio y han puesto a más de cuatro a recordar mil anécdotas de aquella época y recordar gente que no vemos desde hace rato, sorprendidos de que el negocio vuelve a despuntar, ellos están logrando mover su economía familiar y nuevas generaciones están conociendo los deleites que siempre comentamos.
La tecnología ha llegado a unos límites que hasta los cines estuvieron a punto de quebrar en la época de los video club, luego se logró regular los estrenos y los cines triunfaron.
Antes de pandemia teníamos pelis en casa via web, pero los estrenos aún se podían disfrutar en los cines (uno de los placeres de flamantisimo y yo), y adivinen?! Nuevamente los cines están en cuidados intensivos, porque los lugares de mayor contagio son los cerrados de poca ventilación externa, y ese es el caso de las salas de cine.
Entonces, otro entretenimiento que se creía muerto y sepultado, y por motivos del distanciamiento que se debe tener, ha revivido como Lázaro, han sido los autocines, era algo que nuestros hijos solo conocían por verlo ilustrado en películas viejas o porque alguien comentaba.
Cuando existieron los autocines, setenteros y ochenteros en Panamá yo era una niña, y para mi mala suerte a mi madre jamás le han gustado cines de ningún tipo, ni teatros, ni museos, mejor pensemos que sus gustos son particulares y diferentes, por ende yo no era llevada a esos lugares y mi padre, un buen día no se que bicho le picó, decidió que sería buena idea llevarme él solo, una vez al cine y otra vez al autocine.
Yo me lo disfruté muchísimo y como siempre he sido muy observadora de detalles, recuerdo que para entrar al autocine donde fuimos había que pasar por una garita donde vendían el boleto para entrar, una vez dentro, el lote donde estacionaban los carros era de grava negra (piedritas pequeñas) y marcaban el lugar donde debían estacionar los carros, junto a cada ventana de conductor estaba un pedestal que tenía aspecto de radiotransmisor/bocina con un cable que se podía descolgar y poner dentro del carro para escuchar la peli o se dejaba colgado en el poste si gustaban, afortunadamente se le podía subir el volumen para que todos los ocupantes escucharan; las pantallas eran gigantes, tanto que iluminaban la carretera (Ricardo J. Alfaro) que pasaba justo detrás del autocine al que fui y desde esa misma carretera se podía ver toda la película, pero obvio sin audio. Jajajajaja
Ya cuando estuve en secundaria, descubrí que muchas generaciones de graduandos compraban tandas de películas en los autocines para recaudar fondos para sus graduaciones; era todo un trip. Por supuesto, a mi no me dejaban ir.
Gracias a esa única experiencia de infancia, que para mí fue lo máximo; pensé que el resurgimiento de los autocines sería fuera de serie para mis hijos también; así que sin pensarlo dos veces y siendo sorpresa hasta para flamantisimo compré el boleto, en la primera semana de estreno. Tomando en consideración que era fantástica salida sin contacto con más nadie y en nuestra burbuja familiar, luego de tantos meses aislados.
La situación ahora varía porque los autocines, no están en lugares fijos, quienes han decidido emprender este negocio nuevamente, alquilan lotes de estacionamientos, de los varios que hay en la ciudad, y allí ponen una pantalla inflable que es como 1/4 del tamaño de aquellas que conocí, pero con la hermosa ventaja de que escuchas la peli a través de la radio de tu propio auto. Un autocine actual.
Ese día llegamos, la película era familiar, todos entusiasmados y supuestamente preparados, porque hasta almohada llevaron jajajaja, flamantisimo y yo adelante, ellos 3 atrás, nosotros tenemos una camioneta así que estrechos no estaban, peeeerrrooo, no tardó el momento en que se formara la fajasón de los dos más pequeños, que si no veían, que si tenían hambre, que si estaban estrechos e incómodos, en fin, todo lo que no pensé de verdad que ocurriría, pedimos pizza para calmar los ánimos, y bebidas, ya me imaginan ustedes, yo estresada que no se fuera a caer ningún pedazo de pizza ni de bebidas dentro de mi carro, soy ferrea opositora que se coma dentro de los vehículos, nunca lo permito pero en esta ocasión cedí porque tenían hambre y deseaba hacer la experiencia placentera.
En fin, fue una noche para no olvidar, porque vivimos de todo, risas, peleas, lloradera, molestia, miedo (porque la peli tenía pedacitos de suspenso), angustia, sosobra por si se caía la pizza jajajajaja eso era como montaña rusa de emociones, algo totalmente diferente a lo que recordaba de mi niñez, flamantisimo solo me veía compasivamente, porque él sabía las expectativas con las que salí de casa, para luego reparar que no son ni los mismos tiempos, ni los mismos hijos, ni los mismos autocines. Los niños de aquella época eramos muy sumisos y los padres tampoco criaban como ahora, eso se notó.
Al regresar me reí y le dije a mis hijos que esperaba que les hubiese gustado, teniendo claro que para la niñez de entonces, cosas como esa nos parecían innovadoras y fuera de serie (la gran cosota), mientras que nuestros niños y jovenes actuales han visto mil y un millón de cosas WAO! (algo impensado en 70’s y 80’s), solo le pido al cielo que todo eso que ven a través de pantallas, no haga que pierdan la capacidad de sorprenderse y de emocionarse, al fin y al cabo es eso lo que le da sentido a todo.
El mundo cambia y evoluciona, mejora para unos, empeora para otros, lo cierto es que cada quien en su momento y en su tiempo disfruta, recuerda y cuenta como le fue en la FIESTA…..
Sé que en mi país solo existe temporada seca y temporada lluviosa porque vivimos en el tropico, pero yo siempre he amado ver las cuatro estaciones en fotos y videos y ahora se ve más a través de las redes sociales. Mi estación favorita del mundo mundial es el otoño, sueño con viajar a algún lugar tipo Canadá y ver las hojas caer de los árboles de todos los tonos de anaranjados y amarillos, y empezar a sentir el friito sabroso. De hecho me siento una mujer otoñal.
Coincidentemente hace 24 años luego de un año de habernos comprometido flamantisimo y yo (en mi cumpleaños), escogímos casi que al azar la fecha en que nos casaríamos por lo civil (que en aquel momento no se tomaba con tanta importancia, porque se hacía como requisito obligatorio) y resulta que fue en la última semana del mes de octubre, porque a principios de enero siguiente vendría nuestra sencilla boda por la iglesia.
Me pongo a recordar como fue aquella época, y como reza la poesía: “revuelvo la mirada y a veces siento espanto” de la diferencia abismal entre tradiciones de bodas antes y ahora.
Quizás si pudiésemos regresar en el tiempo, esa es una de las cosas que me gustaría cambiar, darle un poco de “chic” a ese momento.
La verdad es que recuerdo que, en aquella época el matrimonio civil solo lo hacían en sala de fiestas y con todos los hierros las parejas que no se casaban por la iglesia y algunos de los que sí se casaban por la iglesia, y querían bonitos detalles, pagaban previamente al juez para que la ceremonia civil fuese en sus casas y generalmente consistía en cena íntima con la familia y ya.
Ahora hacen bodas civiles con ceremonia, festejo, fotos formales, traje de novia menos pomposo pero bien arreglada, discoteca, fuegos artificiales, banquete, bebida, rumba de madrugada y de toda la parafernalia, tienen hasta noche de bodas jajajaja. Entonces un par de meses después viene el bodorrio por la iglesia con todo lo antes descrito pero magnificado; y yo quedo Oh My God!, si me hubiese tocado casarme ahora creo que me escapo con flamantisimo y ya, el gasto económico es algo fuera de serie.
Poco a poco nos hemos americanizado con esto de las relaciones en pareja, antes casi todas las novias salían de casa de sus padres para casarse, ahora la moda es que muchas parejas deciden vivir juntos (a la gringa) a ver si la cosa funciona y pasado un tiempo se casan o terminan. Ojo! No es crítica, cada quien hace lo que le da la gana, solo comparo los tiempos y tradiciones.
No se por qué sospecho que en cualquier momento aquí empezarán a hacer cena de rehearsal que hacen los gringos la noche antes a la boda como una práctica con sus familias y la corte; muchos parientes es ahí donde se conocen por primera vez.
Dije anteriormente que sentía espanto, porque de verdad me parece que #flamantisimo y yo nos pasamos de sencillos con una gran dosis de ignorancia e ingenuidad. Eramos muy jovenes.
Recuerdo como si fuese hoy que eramos un par de pelaitos de 25 años recien cumplidos, que no sabíamos ni “J” de organizar bodas, la figura de la planificadora de bodas no se usaba mucho en aquel momento y encima era un costo adicional con el que no contábamos, además de tener un presupuesto reducido para todo el evento, eramos los primeros en nuestro círculo de amigos que nos ibamos a casar, y nuestros padres unos aéreos, jajajajaja así que referencia cero.
Como el papeleo de la unión civil era exigencia para casarse por la iglesia, ambos lo tomamos literal como un requisito, esa mañana decidimos ir hasta el medio día a ambas oficinas a trabajar (que locura) y solo pedimos permiso para faltar en la tarde ya que la hora que el juzgado nos dio fue las 2:00 pm, no me compré traje nuevo ni nada, me puse un juego de pantalón con chaqueta de color amarillo que me encantaba y me quedaba muy bien (según yo) y en el cuello una pañoleta que estaba super IN en ese momento, mi blower de la semana y maquillaje de oficina hecho por mi misma, él ese día se puso un saco de oficina y ya, listo Calixto; no me van a creer pero el juzgado quedaba en la avenida Central (unas oficinas horribles espantosas y sucias), allí nos acompañaron: sus padres, mis padres, mi hermana y una pareja de amigos que fueron nuestros testigos. Adivinen?? Tuve un par de fotos de a chiripa, gracias a mi hermana que todo lo documentaba con una de sus primeras cámaras.
En un lugar remoto de mi memoria me recordaba super bien arreglada y ahora cuando veo las fotos quiero morir, en esa época el blower era sin plancha, así que el frizz en humedad panameña hacía lo suyo jajajajaja; pero lo cierto es que no podíamos creer que ya eramos legalmente esposo, eso si lo tengo super clavado en mi memoria, al salir de allí no parábamos de mirarnos y abrazarnos, nuestros padres nos abrazaron también y felicitaron, luego cada quien a lo suyo.
Curiosamente, un par de días previos habían inaugurado en los pueblos el primer Costco (que en ese momento aquí era la gran cosota, primera vez que había), el mismo ya existía hace años en USA y mi madre había decidido ir a comprar su membresía, porque conocía muy bien como funcionaba debido a que los visitaba cada vez que viajaba; y nos dijo: “si no tienen nada más que hacer, acompañenme a sacar la membresía y vidajenear a ver si son iguales a los de allá.”
Este par de tórtolos, pasamos nuestra primera tarde de esposos, paseando y comprando en Costco en jeans y zapatillas, ese día pasó sin pena ni gloria, solo recuerdo que nos veíamos cada dos minutos con la cara de “no lo puedo creer”, nos besábamos y reíamos, como si hubiésemos hecho una travesura de las grandes.
El colmo es que pasan los octubres y ni nos acordamos que estamos cumpliendo años de boda civil sino hasta varios días después. Este año decidí escribir este artículo porque es tiempo de empezar a celebrar cada situación que importa.
El tiempo pasa, las costumbres cambian, la vida evoluciona y con toda franqueza con lo que a mi me gusta bailar y celebrar me hubiese encantado que al menos nos hubiésemos ido a comer algo y brindar por ese primer paso que nos abrió la oportunidad a la boda religiosa, que recuerdo con mucho amor pero también con arrepentimiento de que pudimos hacerlo mejor si hubiésemos tenido guía o yo me hubiese puesto a investigar mejor.
Ojo! En aquel entonces esa investigación, tendría que haber sido a través de revista de bodas o preguntando a personas que se casaron antes; porque el señor google ni soñaba con existir.
Como me encantaría tener una máquina del tiempo para regresar y decirme “espabílate niña y empieza a documentar que lo vas a extrañar”.
Espero se hayan divertido con mi cuentito de nuestra otoñal unión civil y lo único que pido al cielo y al universo es que de aquí al 2022 que cumpliremos 25 años, podamos renovar votos, tener la boda que soñé aunque sea en poquito y reibindicarnos como se debe.
Celebren la vida, que los recuerdos de sus celebraciones sean fantásticos….
Cada vez que llegan días patrios, escribo sobre lo orgullosa y privilegiada que me siento de ser panameña, porque a pesar de algunas cosas decepcionantes que ocurren aquí, pues al menos estamos juntos y conservamos nuestros recuerdos, estamos cerca de nuestros seres queridos presentes y ausentes y nos movemos como pez en el agua con los ojos cerrados, en nuestro entorno.
A diferencia de aquellos que lamentablemente les toca migrar y pierden lo antes mencionado por completo; les toca empezar de cero dejando muchas cosas importantes atrás, en pro de su seguridad y la de su familia.
Pero como nadie escarmienta por cabeza ajena, la mayoría de los panameños no piensan en eso, me excluyo porque yo si lo pienso, y bastante.
Luego ese pensamiento me lleva a elevar plegarias para nunca encontrarnos en una situación similar. Historicamente los panameños no somos de migrar, los porcentajes de gente que se va buscar un mejor futuro en otros países es baja, aquí hemos aprendido a vivir, a convivir y a subsistir si la cosa aprieta. Mal que bien aquí se consigue donde dormir y un plato de comida.
Y dije, además de mencionar los bellos atributos de lugares y comida deliciosa de mi tierrita, voy a compartir con todos lo que pienso puede ayudar a que hagamos mejor patria.
No necesitamos tener una posición privilegiada, ni estar nombrados en el gobierno para hacer algo por el país, no señores, este país es de todos y debemos tener responsabilidades como ciudadanos.