En mi anterior artículo les conversaba sobre lo que se estaba viviendo en Panamá con los peregrinos y las previas a la Jornada Mundial de la Juventud; al final de ese artículo dije que al pasar el evento les contaría como nos había ido como país y como católica a ver si todo valdría la pena, jijiji y gracias a ese comentario una amiga muy querida me escribió para decirme que ella no tenía ninguna duda de que valdría totalmente la pena, le agradecí de corazón su comentario, callé y esperé y adivinen?? Ella tuvo toda la razón.
Sin planearlo tomé la decisión de vivir muy a mi manera la JMJ. Les confieso que gracias a la predisposición de mucha gente que se la pasó tildando el evento como “el caos universal del que todos debíamos salir huyendo”, tuvimos una invitación a la playa para irnos esos días y se puede decir que prácticamente empacamos, pero súbitamente ocurrieron algunos inconvenientes de atención e importancia en casa, y no nos quedó de otra que quedarnos, aquí es donde comienza la gran aventura….las Diosidades!