
Un buen día desperté y la mayoría de mis sueños que estaban en el buzón de “largo plazo”, los tenía frente a mis narices, que más hubiese querido yo que tener padres con esa visión de “vete hija a vivir el mundo, la vida, vuela alto” pero no fue así, y ojo! que no es queja, es sencillamente que tanto los padres de flamantisimo como los mios son una generación, que en gran parte, fue criada en un mundo cerrado y pequeño, les explico: ustedes han visto alguna vez por la mirilla de una cámara fotográfica?, solo ves lo que aparece en el recuadro, cuando te separas de la cámara ves con amplitud todo lo demás que te haz estado perdiendo, pues es tal cual así.
Como esa mirada por la mirilla, fue la vida de ellos y así nos criaron a nosotros, porque no conocían otra cosa, el manual del perfecto padre y la perfecta crianza no existe, una generación que se cuidaba mucho del “que dirán” aunque los problemas internos fuesen como la segunda guerra mundial.
Tener novios era un lio, tener sexo con el novio era imperdonable, que alguien se declarara homosexual, que alguien estuviese enfermo o tuviese alguna adicción era algo inmensionable digno de esconder también, por cierto.
Y otra cosa menos pecaminosa pero algo que veían como una total locura era tener un negocio propio, un emprendimiento, o viajar?! Uff! Eso era disque “de que locura estás hablando? Es mejor ser cola de león que cabeza de ratón”; y viajar era solo para gente con plata (según sus cabecitas), darse el permiso para conocer otros lugares, invertir en felicidad y buenos momentos, era algo que se dejaba para tratar en otra ocasión que nunca llegaba, porque lo percibían como fantasioso.
Recordando que no estoy diciendo que todos los padres boomers clase media trabajadora eran así, era un grupo criado de esa forma y en ese grupo estaban los nuestros.
Me tocó aprender muchas cosas luego de salir del claustro que por protección me impuso mi madre; cuanta gente no viaja mucho y se divierte de novios y cuando recién se casan sigue acumulando horas de vuelo juntos.
Pero yo solo de pensar en que me iban a gritar de todo, porque pensara en irme de viaje con mi novio, se me quitaban las ganas; luego entendí que pude hacerlo y solo fue un temor interno mio, yo pude decir “chao! Me voy de paseo” pero son temores que me fueron sembrados (barreras mentales), todos nacidos del nervio de cuidarme para que no me pasara nada.
Y resulta que luego cuando despegué la mirada de la mirilla de mi vida y vi con amplitud todo lo que pude ver, conocer y aprender que me había estado perdiendo fue abrumador.
Entonces tomé la firme decisión de ponerme al día en esa fascinante materia pendiente, pero ya para ese momento estaba casada, habían llegado los come arroz, las deudas y mil responsabilidades (de las cuales no me arrepiento), pero ocurre que no deseo abandonar mi sueño de conocer, y de vivir situaciones maravillosas.