Usualmente no menciono situaciones de libras, kilos o peso de la gente en mi blog, mucho menos mio porque no es mi línea, pero cuando encuentro inspiración para escribir de mis cosas cotidianas como ahora, voy madurando un tema a través de mis recuerdos y vivencias.
Es importante recalcar de antemano que ya poco me importa el asunto del peso por estética, de hecho hace unos días fui invitada a un programa de tv y de repente mientras hablaba al aire, me salió como una especie de vómito verbal y sin pensarlo mucho, dije: “ya estoy en una época de mi vida denominada FELIZ, precisamente porque el peso no me importa nada”, cuando salí del programa me quedé analizando y pensé “oh wao! Soy tan feliz y conforme como estoy y me siento segura de quien soy que ya lo suelto así libremente” jajajajajaja me reía sola, pedazo de descarada, pero es la verdad.
Por supuesto que debo confesarles que me acompleja la panza, no soporto que me pregunten si estoy embarazada (eso no aplica cuando ustedes ven una gordita oye!), mejor callar antes de meter el patón, pero lo cierto es que la mantequita chicharrona está allí y en ocasiones no la puedes ocultar ni con faja. Si tuviese los ingresos voy y me opero y me quito la lonja de la panza, aunque no me crean la celulitis que pobla mis muslos y las estrías son mis marcas de batalla de vida y ni me interesa quitarlas, ellas se pueden quedar bien contentas donde están, solo deseo eliminar la panza y ya…