TERMINA EL AÑO PERO SOLO EN CALENDARIO

Recuerdo como si fuese un pestañeo el año pasado, un día como hoy, todos terminando un 2019, que como siempre para algunos fue difícil, para otros exitoso, en mi caso, estabamos todos bien, mi trabajo había rendido sus frutos y tuve cambios positivos que beneficiaron a toda la familia; lanzamos nuestros globos de papel con tantas esperanzas, deseos e ilusiones, que creo que les costaba elevarse porque iban cargados. Jajaja

Mientras tanto a nivel mundial en China miles de personas con un repentino brote de virus jamás visto, que nadie conocía, altamente contagioso y supuestamente provocado por una “sopa de murciélago” que ellos se tomaban, locura total y surreal tomando en cuenta lo del murciélago.

Como una de las características de la mayoría de la raza humana es: “ser egoísta y solo me importa lo mio y nada más”; el problema grave que estaba atravesando China se veía lejano como quien ve fuegos artificiales a lo lejos; y como ellos también forma parte de esa misma raza humana, pues no tomaron previsiones para evitar contagios fuera de sus fronteras, nunca hicieron cerco sanitario, a sabiendas de la facilidad y velocidad con la que se contagia el virus. 

Hubo gente, supuestamente experta, de este lado del mundo que incluso restó importancia diciendo que estábamos muy lejos de china y que eso pronto pasaría sin mayores consecuencias como caso aislado de ese lado del mundo.

En mi hogar habíamos planeado, desde hacía muchos meses, un viaje cercano a Bogotá, todos juntos, para principios de febrero, de repente mi madre necesitó una operación de hernia discal y estuve a punto de cancelar, pero ella nos dijo que de ninguna manera, ya los nietos estaban entusiasmados y el viaje pagado, de modo que partimos y la pasamos fantásticamente. Y menos mal porque venían tiempos diferentes.

Regresando del viaje, enseguida se formó la corredera de preparación para entrada al colegio de mis chiquillos, como todos los años, la vida corría normal y sin contratiempos.

Recuerdo claramente que meses antes en el 2019, en uno de mis muchos momentos de meditación, me quedé pensando en las calamidades que pasamos las madres con el colegio: (la llevada y traída que partía mi día laboral en dos, busito colegial no es una opción para mí; el gasto de meriendas que ya casi se compara con un mini super, el estres de la compra constante de materiales que piden las maestras y un par de etcéteras más)  me plantee como quien no quiere la cosa de repente hacer homescooling con mis dos hijos en edad escolar, inclusive les comenté que les parecería?, mi hijo sandwich dijo que “ni loco, él tiene sus mejores amigos del alma, y el contacto con ellos era importante”, mi hija más pequeña me dijo: “mami creo que extrañaría el compartir con otras niñas y también quiero a mis maestras”, entendí que quizás esa opción no era para mis hijos así que lo descarté. Luego, entrada la cuarentena, pensé: “por algo las sabias que conozco siempre dicen que “mucho cuidado con lo que se desea”. Jajajajaja

Llegaron los primeros días de marzo, empezaron las clases y se hizo de inmediato manifiesto lo que dije al inicio del artículo, el egoísmo humano a su máxima expresión, ya había hecho que países como Italia y España estuviesen colapsados por los casos del virus mortal, y en cuestión de un par de días se detectan los primeros casos en mi amado Panamá.

Finalmente había llegado el terrible virus y las autoridades médicas panameñas, creo que en su afán para que no se difundieran en un país con tan pocos habitantes tomaron la radical decisión de confinar en cuarentena a toda la población.

Empezaron a fraguarse los planes para que la vida continuara a través de la tecnología, tanto los trabajos como el famoso homeschooling en esta ocasión no fueron opcionales.

En casa nos tocó ir acomodando áreas, mandar a actualizar y optimizar las computadoras (gracias a Dios tenemos esos aparatos, no nuevos, pero tenemos), acomodar área para teletrabajo de mi esposo, y en esos meses, a diferencia de otras mujeres que se quejaban porque no podían salir a trabajar o a socializar (que las entiendo porque cada quien sabe que le hace feliz), yo estaba super agradecida, que aun teníamos empleo e ingresos para hacer un gran supermercado y guardarnos por temporada larga y que mi esposo no tuviese que ir a la oficina (foco de infección). Siempre lo he dicho, mi casa es mi remanso de paz, mi lugar feliz y mi refugio, lo más importante de mi vida en un solo lugar y a salvo.

Los meses pasaron, e ingeniosamente busqué cada día cumplir con mis compromisos laborales y sacar tiempo para distraernos en casa; hemos ido acoplando nuestras vidas a lo que pronto llamaron nueva normalidad y yo preferí llamar nueva vida, porque de normal no tenía nada.

Ha habido tristezas por los que partieron en este difícil año, pero también muchísima enseñanza y la mayor de todas reafirmar que puedo adaptarme y ayudar a mi familia a adaptarse para sobrevivir a lo que venga. Como he dicho en mis redes sociales, el ser humano tiene la capacidad de acostumbrarse a todo, incluyendo lo malo.

Finalmento ocurrió lo que mi hijo no quería; que era apartarse de sus amigos, doy gracias a Dios por la tecnología, ha sido de tanta ayuda.

He celebrado también el ingenio de tantos que les tocó emprender o hicieron crecer su emprendimiento, igual que ver como vamos mejorando patrones de nuevos usos como las fiestas por zoom, que al inicio, los invitados solo veían mientras se cantaba y los anfitriones disfrutaban de las botanas y el pastel;  ahora ya recibimos en la comodidad de nuestro hogar un pedacito de esas botanas y pastel para que el compartir a la distancia se haga más llevadero. Demostrando que todo lo que se quiere se puede, el que se sienta a llorar no avanza.

He decidido que voy a recordar este año como memorable y por supuesto que será “trending topic” en el libro de mi vida.

  • Reafirmé que mi casa es mi lugar feliz del mundo mundial, y que mi marido, mis hijos y mis mascotas son mi gente favorita, con quienes puedo vivir hasta en un bunker debajo de la tierra.
  • Me mantuve cultivando  amistades existentes y logré tener nuevas que son divinas.
  • Confirmé mi resiliencia y descubrí que puedo ayudar a otros a salir del hueco. Estoy encontrando nuevas misiones de vida.
  • Reafirmé que amo leer, leer y leer, y en la medida que mas leo mas aprendo.
  • He cultivado mi paciencia entendiendo con mas fuerza que la sabiduria y la madurez están en callar y escuchar más.
  • Ahora me enfoco mucho mas en lo que tengo que en lo que me hace falta, sin perder de vista lo que deseo.
  • Esta no es la peor crisis que ha vivido la humanidad y si otros pudieron en peores circunstancias, nosotros podremos.
  • Finalmente estoy muy clara que el año pasa y las circunstancias no, el año no es el culpable de lo ocurrido sino la humanidad que se niega a aprender lecciones. Seguiremos con el virus hasta que llegue una vacuna confirmada, pero prefiero que no sea con apuros, porque la desesperación no es buena consejera.

Yo sí he aprendido y seguiré aprendiendo y también equivocándome porque termina el año pero solo en calendario.

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