Recuerdo claramente mis navidades de infancia y adolescencia cuando desde el primero de diciembre había brisa que tumbaba y el sol más brillante acompañados de noches muy frescas, entraba el verano casi de un día para otro y yo disfrutando de eso y de la expectación por los regalos (única preocupación), claro, en ese momento el motor de la casa (mi mamá) se ocupaba de todo, a mi solo me tocaba ver el corre corre y comer.
El tiempo avanza sin clemencia y resulta que ahora soy yo la mamá, soy yo la que anda en el corre corre junto a mi mamá que insiste en seguir corriendo jejejeje, quien nos entiende verdad??, en definitiva los tiempos cambian y podemos pasar a nuestros hijos tradiciones y adoptar nuevas tendencias.
En mi época era todo mundo “trajeado” tanto para navidad como para año nuevo, ahora es ropa más casual para navidad (a menos que haya una fiesta formal de navidad), pero si es en casa el asunto es más relax y los año nuevo antes era fiestón en casas u hoteles (que todavía se hacen), pero la tendencia en estos momentos es playa. El que tenga casa de playa o pueda conseguir con quien irse o pueda conseguir hospedaje en hotel de playa, se va sin titubear, porque resulta que ese bañito con agua de sal el primer día del año no la cae mal ni a los incrédulos. Al fin y al cabo somos 65% de agua y somos influenciados, queramos o no, por los movimientos de la luna, somos energía.
Por cierto ya no hay ni brisa que tumba ni noches frescas, Desorden de clima!! Nada que ver.
El cambio radical se dio en mi vida cuando tuve mis hijos, justo en esa primera navidad de ellos, dejas de pensar en ti para querer regalarle a tus criaturas la navidad más mágica y especial jamás antes pensada, la gran satisfacción y recompensa es ver cuando abren los regalos el 25 en la mañana y se le salen los ojos de las órbitas y gritan “wao, justo lo que quería mamá!!”.
El tiempo de ilusión y esperanza en que ellos creen en “santa” (el mensajero del niño Dios), no tiene precio, mantiene el espíritu de la navidad como si lloviera escarcha.
Anécdotas hay varias, pero creo que no hay madre comprometida con sus hijos que, no haya corrido a las jugueterías por “el juguete”que se puso de moda y se convierte súbitamente en el más deseado por sus hijos; a mi me pasó con los 3; y si bien es cierto no soy de esas extremas apasionadas que se vuelve histérica; sí he movido todos mis contactos, mis artilugios e influencias para conseguir el “regalo prometido” cuando se ha dado la situación.
Por otro lado en estas fechas todas las redes sociales, artículos escritos y reuniones en general te dicen que lo más importante no es el consumismo, los obsequios, la gastadera y el stress de tener todo listo e inmaculado para el 24 amanecer 25. Peeeero, ustedes se imaginan que luego de hacer toda la vida lo mismo que ya se ha convertido en tradición (regalos, ropa nueva, preparación de cena etc), de repente cambiemos y cuando llegue la hora de la hora digas: “ya saben que parafernalia no es lo más importante sino celebrar el nacimiento del niño Dios, con paz, amor y unidad familiar así que este año no me compré ropa nueva ni especial y no les compré obsequio, y tampoco gasté en una cena deliciosa, a cambio mejor nos damos un abrazo”, jajajaja por un segundo imaginen la cara de sus familiares y amigos, seguido de los consabidos comentarios de “a esta loca que le pasó?” ó “es increíble que se salga con eso ahora para no regalarle a nadie” ó “esta está arrancada ahora y no tiene plata para los regalos” ó “se ponchó, vamonos para otro lado” jajajajaja
Entonces señores, es mejor no inclinar tanto la balanza hacia una sola idea, como siempre digo: es mil veces mejor ser equilibrada, en este caso; es tiempo de celebración y jolgorio porque es el cumpleaños del niño Dios, y que mejor manera de honrarlo que hacernos obsequios (detalles que encantan y alegran); únicamente debemos ser organizados y saber que también hay que compartir con otros seres que no tienen nada.
Es un mes de locos, tranques de antología, los días pasando sin clemencia y fechas límite para cumplir con un mundo de compromisos; primeras comuniones, graduaciones, fiestas de fin de año, reuniones anuales de amigos, pero el mejor ejemplo de que es mágico es porque no sé como, pero se cumple con todos los compromisos aunque vivamos al filo.
La magia está; solo hay que aprender a disfrutarla y compartirla.
Para terminar les recomiendo varias cosas:
1) En vísperas escoja un día de la semana ya sea que lo pida de vacaciones, tiempo por tiempo o, en fin de semana y trate de comprar todo lo que tenga que comprar para evitar enloquecer o sentirse presionada.
2) Decore con lo que tenga y haga leves arreglos si desea darle un toque diferente, si quiere innovar todos los años es muy pesado.
3) Regale artículos simbólicos y llegará al corazón de las personas que reciban su regalo, yo les llamo “regalos con propósito”.
4) Llame a aquellos que quiere pero por alguna razón u otra no ve muy seguido.
5) No menos importante; comparta con los menos favorecidos que no solo significa irse monte adentro a llevar obsequios (que es muy válido), sino que hay ocasiones que tenemos en nuestro entorno desfavorecidos de cariño, de compañía, de atención, que el mejor regalo que se les puede dar es invitarlo a su cena navideña.
6) Dar regalos, dar cariño, dar amor, dar compañía, dar paz y tranquilidad a quien de verdad estimas, la navidad es DAR. Eso regresará tres veces en forma de bendiciones.
Jamás olvidar la parte espiritual, sea la religión que sea hay épocas como esta que nos recuerdan que hay un ser supremo sobre nuestras cabezas que se complace al ver nuestras buenas acciones.
La paz interior y poner la cabeza en la almohada sabiendo que no hemos comprometido nunca nuestra honradez y buen nombre es el mejor regalo que nos podemos hacer al ver como regresa un nuevo diciembre.
Felices fiestas y un abrazo apreta’o a todos….
Me encanto! Feliz Navidad!
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