Esta semana es diferente y deliciosa jejeje, debo confesar que tuve que esperar que se me alinearan los planetas para poder concretar la reunión con mi invitada de hoy; pero a las finales valió la pena cada segundo que tuve que esperar.
Cuando te sientas frente a una persona inquieta y super creativa, que nada la detiene; se tiene mezcla de sentimientos (entre admiración y sorpresa y por momentos un uff!) precisamente eso fue lo que viví cuando conversé con Raquel.
Esta es una de las pocas chiquillonas que he tenido la valiosa oportunidad de tener en mi blog, aun sin cumplir los 40, tiene cuentos de cuentos, no quiero ni pensar cuando llegue a la edad de jubilación jejejeje
Esta guapa judía; tiene una mezcla sabrosa en su ADN, entre Turcos, Cubanos, Panameños y algunos otros es como uno de esos cocteles sabrosos, refrescantes y embriagadores jejeje
Raquel como le pusieron sus amados padres al nacer, heredó una ingeniosidad sin límites de su papá; supo desde pequeñita en casa de su tia que lo de la comida era lo suyo, principalmente los adictivos dulces, aunque en su casa no se quedaban atrás preparando deliciosuras.
Esta pequeñita de la casa, sin duda es la protagonista de este cuento de altas y bajas con final felíz.
Hay algo que tengo que decir porque tengo que decirlo; a modo de mismo chisme: sepan que el papá de Raquel, (por cierto Cubanísimo), tuvo en su cocina cosas fuera de serie como una máquina de sodas, donde él hacía su propio sirope, y otra máquina de helado (donde hizo los mejores helados de frutas), y mejor aún un molinillo personal para hacer guarapo (iba juicioso al mercado a buscar sus cañas y ofrecía a sus invitados nada menos que esta bebida); no pues!! para que les digo que quedé anonadada, por la manera como le brillaban los ojos a Raquel ese señor era uno en un millón, el papá que todos los chiquillos golosos quisieron tener.
Otra sorpresa es que al señor también le gustaba la música y creo que gracias a eso, la cosquillita musical le tocó a su querubina. Desde muy jovencita empezó a pinchar discos (ojo! Cuando eran de acetato😜😂) de género electrónica y poco a poco se fue haciendo su espacio como «DJ Rachel», en un ambiente generalmente liderado por hombres, aquí se marcó como un antes y un después para ella. «No se gana pero se goza» jejeje
A la muy temprana edad de 20 años se casa, para descubrir prontamente que no estaban preparados, luego de unos años la primera caída dolorosa: se divorcia. Aquí es donde Rachel tiene una frase celebre «A veces las diferencias culturales son más fuertes que las religiosas».
Vuelve a la fila de las solteras, consigue un trabajo viajando lo cual la ayuda a pasar con más calma su momento. Súbitamente empiezan a ocurrir cambios para bien, ahorra y se le presenta la oportunidad de asociarse para abrir los conocidos restaurantes Tomato de comida saludable.
Llega sin buscarlo a su vida su principe azul griego jejejeje, ese amor representó muchos retos, pero con raíces sólidas y bien pensadas; sin prisa pero sin pausa se vuelve a casar y pronto llegan sus dos bellisimas herederas.
El segundo gran dolor acompañado de hermsosos recuerdos fue la pérdida física de su singular padre.
Recuerda muchas anécdotas de sus inicios cocinando; cumplió su sueño de concretar sus estudios culinarios en otro país por unos meses, eso no solo representó el viaje sino que se muda con su primera hija (que que estaba bien pequeña) esto me permitió corroborar lo que ella dice con orgullo: «que su marido la deja ser y la estimula para que lleve a cabo sus sueños». Belleza!!
Comenta que luego en un evento culinario en Perú, país de extraordinaria gastronomía, la enamoró y le mostró que de las personas más humildes y pobres se puede aprender más de lo que ella pudo enseñarles.
Con un restaurante funcionando como esperaba, se le presenta también la estupenda oportunidad de hacer un programa de televisión cocinando pero con un formato distinto y diferente; salido de todo estereotipo y creo que esa originalidad le da el toque personal a todo lo que hace nuestra «Rachel Foodie»
Es amante de viajar, de su familia con la cual forma una piña y además de eso es una perdida fanática por el chocolate; que más le puede pedir a la vida?
Al preguntar cual ha sido su mayor reto ella responde:
«El mayor reto es encontrar el balance entre la familia y el trabajo… encontrar el balance emocional y espiritual… encontrar la voz interior que te dice lo debes hacer según tus principios y no lo que la gente espera de ti…»
Y cual ha sido su mayor aprendizaje:
«El mayor aprendizaje es que nunca es tarde para hacer lo que te gusta y seguir tu pasión. Nunca dejamos de aprender y la educación continua es fundamental para seguir superándonos y avanzar.»
Y al preguntar si tiene sueños:
«Vivo un sueño… tengo muchos por cumplir, pero no me mortifico. Todo tiene su tiempo y su momento, así que cuando este lista iré en busca de cada uno…
Para mi la vida es un sueño, hay que dormir para soñarla y hay que despertar para vivirla…»
Debo decir que me encantó el grado de humildad de mi querida Rachel; para ella todos somos iguales, la discriminación de ningún tipo tiene cabida en su corazón y es a través de la comida popular de cada país que se puede conocer bien la gastronomía de ese país que visites.
Finalmente está deseosa de mostrar al mundo la maravillosa comida panameña con elegancia y picardía y dejar el mejor legado a sus pequeñas con orgullo; gustosos a ella y su esposo les encantaría recibir un pequeño miembro masculino a su familia.
Mientras tanto el centro de sus vida son las dos princesas y su mascota perruna muy querendona.
Mi querida Rachel te tengo una confesión: Soy Cuarentidiva, soy foodie.