Digo con todo orgullo cada vez que puedo que si bien es cierto tengo sangre Española y Cubana corriendo por mis venas, me ha tocado la bendición de nacer Panameña, hija de panameños, nieta de dos criollas casadas y enamoradas de un par de extranjeros que amaron hasta la muerte este suelo patrio.
Cuando era pequeña algo así como 3 ó 4 años, acompañé a mi mamá al salón de belleza de una prima de ella, que era su estilista, allí una persona que confeccionaba polleritas de niña había dejado a concesión una a ver si se podía venderse. Al llegar yo no pude despegar los ojos de aquel vestidito con mucho vuelo de color rojo (que ni sabía que era, solo lo veía bonito y que me gustaba mucho), como nací coqueta, que va!! no podía evitarlo y literalmente me encapriché y hasta le lloré a mi mami para que nos la lleváramos; sepa Dios a que acuerdo habrá llegado mi madre con su prima para pagarle la prenda y al salir iba realizada y triunfante, se acercaban los carnavales y me pusieron mi pollera colorada. Jo! me sentía como la misma reina.
Pasaron los años y mi mamá con mucho sacrificio fue mandando a hacer piezas tanto de polleras como de prendas de oro y bañadas en oro, porque quienes no saben, conocedores indican que la pollera panameña de lujo es el traje típico más caro del mundo, otros dicen que el más hermoso y mejor elaborado, debido al trabajo que lleva coserla a mano completamente; y yo no desmiento porque para mí es eso y más. Afortunadamente, puedo decirles que a lo largo de mis cuarenta y tantos años me he puesto parte de la hermosa colección de mi mamá y aquella pollerita de niña luego se la puso mi hermana, mi sobrina y mi hermosa hija (ese día yo no cabía en mi pellejo). Vale la pena mencionar que la pollera le sienta a mujeres de todas las edades desde bebes hasta ancianas de noventa y tantos años. Surte un efecto de belleza que quien la usa se siente en la cima del mundo.
Panamá como todos los países tiene una población y gobiernos llenos de virtudes y defectos, pero a pesar de esos defectos, con la bobería llevamos 112 años siendo independientes y soberanos, no se crean han habido un par de «bellacos» que han querido acabar con esa libertad y han tratado de someternos pero Dios es grande y Panameño porque afortunadamente hemos salido bien librados de la maldad.
Y seguimos viviendo con nuestra calor y humedad sin igual (a la que ya casi estamos acostumbrados), hemos seguido comiendo tamales, bollos preñados, almojabanos, torrejitas, chorizas, saus, pan bom, ceviche, rondon, plantintá, arroz con pollo, plátano en tentación, ensalada de toldo y sancocho con arroz blanco, además de las chichas de naranja con raspadura, saril y arroz con piña, comemos duros de nance, jobo, naranjilla y rosa. Seguimos bautizando a nuestros hijos por todo lo alto, tomando a pecho la semana santa, los carnavales y botando la casa por la ventana cuando nos casamos o si alguna familiar o pariente decide ser reina (apoyarla hasta que ya) ponernos nuestro mejor «chachai» y salir para el jolgorio, julepe y arrepinche. jajajaja
Seguimos recibiendo y adoptando con los brazos abiertos a todos los extranjeros que ya sea por placer o por exilio deciden quedarse viviendo entre nosotros, porque de esa mezcla venimos todos y ya estamos acostumbrados, ustedes solo pregunten por cualquier colonia extranjera y en Panamá hay. Y no solo nacionalidades sino religiones, todos entren que caben 100, porque no discriminamos, creo sin temor a equivocarme, que en la ciudad de Colón (zona libre) es uno de esos pocos lugares del mundo en que musulmanes y judíos tienen sus negocios unos alado o en frente de otros y no pasa nada, hasta comen juntos y todos en santa paz, se respetan.
Seguimos creciendo, echando pa’lante sin detenernos a pensar si tendremos éxito o no, seguimos llorando cada vez que escuchamos la canción «Patria» de Rubén Blades, seguimos apoyando nuestra selección de fútbol pierda o gane, eso para nosotros no es requisito para seguir apoyando, seguimos queriendo tomarnos una foto con Roberto Durán cuando nos lo encontramos por la calle y a ese le permitimos que diga lo que le da la gana porque se lo ha ganado a los puños jejejeje
Seguimos viendo nuestro canal como algo tan normal, porque hemos nacido viéndolo y visitándolo; pero en realidad mantiene económicamente muchos bienes comunes en el país, y cuando viene alguien de fuera y queda con la boca abierta al verlo, nos cae el real de lo tan importante que es, porque somos sencillos, somos los recién bautizados «canaleros». Cuando yo era chiquilla los canaleros o zonian eran los gringos que vivían en las bases norteamericanas.
Después de una breve investigación por internet he descubierto que Panamá es el país de centro y sur américa en donde menos migran sus habitantes a otras partes del mundo; y pensé: por algo será, aquí aunque no haya plata ni para comer, alguien te recibe y te da un plato de sopa, aquí todavía es permitido caer y levantarse, por alguna razón damos segundas y hasta más oportunidades. Somos nobles por naturaleza, pero ojo! no pendejos. (disculpen el francés pero es lo que aplica).
Termino diciendo que soy una cuarentidiva muy orgullosa de haber nacido Panameña, que sigo rogando a Dios para que tengamos los ojos bien abiertos y no quiera «conguearnos» ningún «juega vivo» y podamos seguir avanzando.
Que me encanta viajar, pasear y conocer pero para vivir: en Panamá, que si por alguna mala pasada de la vida me tocara mudarme de país me pasará lo que le ocurre a las ranas doradas cuando las sacas del Valle de Antón. Un «soponcio», una «moridera», un «faracho», jajajaja mentira, ellas las pobrecitas mueren.
He utilizado muchos panameñismos porque ha sido mi manera jocosa de honrar mi terruño.
Se les quiere de gratis y me encantaría leer sus opiniones y comentarios.
Coño que lindo escribes me has dejao llorando y con los lentes empañados bella…
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